21 January 2012 ~ 5 Comentarios

En mi cuerpo mando yo

por Carlos Alberto Montaner

marihuana

(FIRMAS PRESS) El general guatemalteco Otto Pérez Molina comenzó su presidencia con una propuesta audaz e inteligente: hay que examinar la posibilidad de despenalizar totalmente el consumo de drogas. No afirma que se debe seguir ese camino, pero sí recomienda estudiarlo. Guatemala es uno de los países más violentos del mundo y el consumo y distribución de drogas es parte de ese fenómeno. Él fue elegido para restaurar la seguridad pública y es su responsabilidad arbitrar soluciones.

Los dos argumentos en contra de la despenalización tienen mucho peso. Parece probado, dado el caso de la marihuana en Holanda, que, cuando se permite, aumenta el consumo. Muchos de quienes contraen el hábito de consumir drogas son literalmente destruidos por ellas. Es muy difícil abandonarlo. Tampoco es cierto que la legalización del comercio de drogas disminuirá la violencia. Sencillamente, los delincuentes, cuando se les acaba el negocio, migran hacia otras tres actividades ilícitas: la extorsión, la prostitución y los asaltos a mano armada.

Los argumentos prácticos a favor de la despenalización son también válidos. Si se legitiman el comercio y utilización de la droga, y se trata como al alcohol y el tabaco, acompañados por grandes campañas publicitarias en contra de los daños que genera, al margen de que habría una ganancia fiscal para el Estado, sucederá lo que hoy ocurre con las bebidas y los cigarrillos: disminuirá lentamente el consumo entre los más jóvenes.

En los países del Mercosur, alegan, donde las cajetillas traen fotos nauseabundas de pulmones deshechos por la nicotina, y en las que se menciona el mal aliento o la peste en la ropa que dejan los cigarrillos, fumar ya no contiene ningún aspecto glamoroso y los adolescentes, aparentemente, comienzan a alejarse de ese vicio.

Pero hay más: es verdad que los matarifes de los cárteles, si pierden el negocio, se entregarán a otro género de crímenes, pero, aunque es más fácil combatir a media docena de organizaciones nacionalmente estructuradas que a centenares de diminutas bandas de criminales, lo cierto es que las grandes mafias poseen una capacidad corruptora que no está al alcance de las pequeñas bandas aisladas de delincuentes.

Los cárteles poseen y utilizan sus enormes recursos económicos para penetrar y corromper a políticos y funcionarios. Compran legisladores, jueces, militares y policías. A veces llegan al Parlamento, como el colombiano Pablo Escobar. Cuando eso ocurre, comienza a hablarse de “estados fallidos”, o de “narcopaíses”, como le sucedió a Panamá en tiempos de Manuel Antonio Noriega.

Y luego queda el debate moral: ¿qué derecho tiene el Estado a decidir lo que un adulto en la plenitud de sus facultades mentales hace con su cuerpo si sólo se perjudica así mismo? Si esa persona decide fumar marihuana, oler cocaína o inyectarse heroína, ha elegido hacerse daño, porque le satisface, y no le corresponde a nadie tratar de impedirlo por la fuerza.

Se trata de comportamientos nocivos, libremente escogidos, parecidos a los de quienes optan por comer hasta alcanzar obesidad mórbida, conducta que pone en riesgo sus vidas, emborracharse hasta caer desmayados o vomitar constantemente los alimentos para mantener una delgadez esquelética que los complace estéticamente, la temible bulimia que afecta a tantas muchachas jóvenes.

La función del Estado no es protegernos de nosotros mismos. Ésa es una tarea de los padres, de la familia, quienes, en el proceso de educación de sus hijos, en la medida delo posible, y siempre percatados de que existe una zona innata de muy difícil ponderación, deben dotarlos de sentido común, prudencia y los valores adecuados, para que utilicen la libertad sensatamente cuando lleguen a la edad adulta.

Para mí, francamente, este último es el argumento de más peso en esta difícil cuestión. Es obvio que el consumo de drogas psicotrópicas que afectan la percepción y nos esclavizan fisiológicamente es una enorme tragedia, pero yo no quiero que el Estado decida lo que puedo y debo hacer con mi cuerpo. Al estado le corresponde informarme puntual y seriamente de las consecuencias de consumir esas sustancias. La responsabilidad de decidir si quiero o no utilizarlas es mía.

5 Responses to “En mi cuerpo mando yo”

  1. Sergio Botero 21 January 2012 at 10:00 pm Permalink

    Ni siquiera los gobiernos actuales pueden negar que la guerra contra las drogas ha tenido unos resultados decepcionantes e incluso en muchos casos, ha sucedido el efecto contrario al deseado: ¿Qué se ha logrado en más de cuarenta años de ilegalización de la cocaína y Marihuana en Estados Unidos y otros países americanos? Miles de millones de dólares despilfarrados en burocracia para las agencias antinarcóticos, construcción de cárceles, judicialización de cientos de miles de individuos que respetaban la ley y ya no lo hacían, y lo peor de todo, aumento del consumo, porque siendo ilegales, a las drogas se les da un aura atractiva y mágica, y el adicto necesita cautivar más público, mientras los delincuentes construyen sus emporios económicos gracias a la rentabilidad que viene de la prohibición

    Por eso, de acuerdo, el individuo tiene responsabilidad propia sobre su cuerpo y ningún gobierno debería meter sus manos en los bolsillos de los ciudadanos (impuestos) para luego tratar de forzar a la gente a modificar sus preferencias. Es es un rol que el gobierno no tiene porqué adoptar. Históricamente no ha dado buen resultado nunca.

    • Ramon José 22 January 2012 at 4:35 pm Permalink

      Este tema es muy polémico por todo lo que implica, por un lado mucha gente espera que el estado los proteja hasta de ellos mismos, que para mi es un error, el estado tiene deberes con los ciudadanos pero no es responsable de los actos de estos, por otro el estado tiene la obligación de mantener la seguridad publica y el orden social, Hace mucho tiempo que hay estudios del impacto social del fenómeno de las drogas en su modalidad actual , ósea la cadena productor ilegal-transportista- mayorista- minorista –
      consumidor y el ultimo – el que lava el dinero , Este ultimo aunque aparentemente es el menos dañino para la sociedad genera un grupo de factores que afectan el sano funcionamiento de esta al generar falsa estabilidad económica y ocupar nichos de mercado y crear fuentes de empleo que no son necesariamente las que la sociedad en su conjunto realmente necesitan, pero este tema seria muy largo para tratarlo en un comentario y merece ser tratado con profundidad. En el caso de la legalización , con la que estoy totalmente de acuerdo, desaparecerían todas las figuras que integran este fenómeno excepto el consumidor, pero las personas que se hacen adictas a las drogas siempre encuentran la forma de hacerlo, cambian de drogas , las producen ellos mismos, o utilizan productos que son hechos con otros propósitos, como los pegamentos, con la consiguiente carga social que trae el uso de estas claro está , pero mucho menos costosa que la lucha antidrogas actual ( que no ha funcionado) . Es verdad que las personas que viven del crimen no van a dejar de hacerlo pero es mucho más fácil de combatir pues se desarticulan redes muy grandes y poderosas en las que se mueven gigantescas cantidades de dinero y que tiene un poder ilimitado, y quedarían grupos aislados mucho mas fáciles de combatir incluso con el apoyo de la población local pues estos grupos no podrían dar la imagen de Robin Hood que tienen algunos capos de la droga en las localidades donde residen. El costo real de un Kg de coca lista para el consumo no es mucho mas alto que el de un Kg azúcar lo que lo convierte en un negocio millonario es la prohibición , y esta prohibición al producir una cadena de crímenes y de criminales tiene más victimas “colaterales” que las que produce el consumo de la droga per se y en muchos casos estas victimas no tiene la elección del consumidor de sencillamente negarse a consumir y no ser victima, muchas de estas victimas tienen que elegir entre la vida de ellos o un ser querido y dejarse sobornar, el solo hecho de estar en el lugar equivocado en el momento menos indicado le puede costar la vida a un ciudadano sin que este haya decidido exponerse a este riesgo, por todo esto yo creo que el estado tiene la obligación de proteger al ciudadano común más que al que decide drogarse por voluntad propia y bajo este principio legalizar la droga y así evitar todo los demás flagelos que este problema trae aparejado, y después liquidar de forma gradual y objetiva con medios razonables , oportunidades para los que se quieran reformar y los jóvenes que quieran desarrollarse y represión para desalentar a quien quiera tomar el camino de la delincuencia. Hay que recordar que aproximadamente el 2 % de la población de cualquier país son psicópatas, pero si la sociedad no les ofrece impunidad y saben que sus crímenes serán muy probablemente castigados, tomaran otra dirección o se abstendrán de cometerlos. Yo personalmente abogo por la despenalización de la droga y la distribución controlada, gratuita o a precio de costo, por parte del estado, esto seria mucho mas barato que atender en un hospital a una persona herida al ser asaltada por un drogadicto para conseguir algunos dólares para comprar la droga, eso sin tener en cuento el daño y la inseguridad que estos actos suponen para la sociedad en general. Yo creo que existen razones lógicas y de sentido común para argumentar esta propuesta y creo que es la solución más objetiva para este fenómeno

  2. Fernando Diaz 22 January 2012 at 2:39 am Permalink

    Estoy de acuerdo con que el uso de drogas sea una decision personal. El problema que esto generara sera algo parecido a como ocurre con el uso del tabaco y el alcohol, enfermedades pulmonares y hepaticas respectivamente que a final de cuenta sera el dinero de los contribuyentes que pagara en gran medida sus gastos hospitalarios.Con el uso de estupefacientes el problema radica en que son altamente adictivos, ya sea sicologicamente o fisicamente lo que resultaria en individuos altamente no productivos a la sociedad.
    Creo que antes que se llegue a estas medidas de despenalizaciones, deberia empezarse con tener un mejor cuidado en nuestros jovenes. Despues de todo no deberia en ninguna manera de que hayan drogas en las escuelas, etc.

  3. Luis Garcia 22 January 2012 at 4:15 am Permalink

    De acuerdo en el punto sobre el libre albedrio, pero no olvidar que a diferencia de la gula o la bulimia el consumo de drogas (al igual que el alcohol)interfiere en la libertad de otros. Si manejas bajo la influencia de la Marihuana o los psicodélicos, si tu hijo hace algo que no te complace, si “piropeas” a una señora en la calle, tus impulsos y reacciones estarán permeados por el efecto, real, químico de la sustancia en tus neuronas y”´con una ausencia total o parcial de aceptación de tu estado… creyendo que estas muy bien pudieras estar “acabando” y dañando a otros.

    La decisión propia sobre mi cuerpo incluiría también el ya conocido ejemplo del cinturón de seguridad en los autos…habrá que quitar el “click it or ticket” ¿quitar las recetas de los doctores? ¿Ignorar las carreras de autos a las dos de la mañana en las carreteras apartadas?

  4. pedro 30 January 2012 at 4:50 am Permalink

    Claro, Carlos. La palabra exacta sería: Regulación. Lo mismo hay que hacer con la prostitución. Deben ser actividades absolutamente reguladas por la ley y el orden del Estado y de la sociedad civil, para que el derecho de todos sea respetado.


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