La economía de Cuba en su primer cuarto de siglo de vida republicana
por Manuel Castro Rodríguez
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Cuando el 10 de diciembre de 1898 se firmó en París el tratado por el cual concluía la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, Cuba se encontraba en ruinas y con su población reducida, como consecuencia de la guerra y la reconcentración ordenada por Valeriano Weyler, Capitán General y General en Jefe del Ejército de España en Cuba.
De 1.609.075 habitantes reportados por el censo de 1887 la población decreció a 1.572.797 en el de 1899. Las pérdidas materiales ocurridas entre 1894 –el año anterior al inicio de la Guerra de Independencia- y 1899 fueron cuantiosas. De 1.100 fábricas de azúcar quedaron sólo 207 en condiciones de laborar. La zafra disminuyó de un millón de toneladas de azúcar a menos de la tercera parte. La cosecha tabacalera disminuyó de medio millón de tercios a menos de noventa mil. El ganado vacuno se redujo en un 75%: de 2,5 millones de cabezas a 0,4.
Desde la proclamación de la República el 20 de mayo de 1902, con todas las sombras que existieron, es innegable que en pocos años Cuba alcanzó logros económicos y sociales sorprendentes para la época, que sentaron las bases para que después se le conociese como la Perla del Caribe. ¿Por qué?
Porque la República de Cuba nació sin plena independencia -la enmienda Platt no fue derogada hasta 1934-, pero con derechos civiles y políticos reconocidos: el hábeas corpus, la libertad de expresión, los derechos de reunión y asociación, la libertad de movimiento, la libertad de cultos, la división de poderes y otros que le permitieron emerger de la postración económica.
Con el fin de aumentar la población rural que satisficiese las necesidades para el crecimiento de la agroindustria azucarera, se priorizó la política migratoria: Cuba recibió unos 700 mil inmigrantes españoles entre 1902 y 1931, y miles de braceros antillanos. Entre ellos se encontraba el gallego Ángel Castro Argiz; dos de sus hijos varones –Fidel y Raúl- demostrarían ser émulos de Valeriano Weyler, a quien han superado con creces. Véanse los vídeos sobre la destrucción física y el daño antropológico causados a Cuba por el castrismo.
En menos de un cuarto de siglo de vida republicana, la economía de Cuba demostró fortaleza. En el período 1900-1925 se registró un alto crecimiento económico -8% como promedio anual-, basado fundamentalmente en la agroindustria azucarera: la producción de azúcar se elevó a 5,4 millones de toneladas en 1925, lo que propició el auge del intercambio comercial con el resto del mundo.
El ingreso nacional se cuadruplicó entre 1903 y 1924. Antes de cumplir un cuarto de siglo como república, Cuba tenía un ingreso anual promedio y per cápita excelentes para su época.
Aunque la contribución de la industria al ingreso nacional cubano -estimado entre 11 y 13% para inicios de la década del veinte-, era inferior a la de Argentina -18%-, y la de Chile -20%-, era similar a la de México -14% en 1925- y superior a la de Colombia, que no es hasta 1941 que llegará a un 12,3%.
La masa ganadera vacuna se cuadruplicó, superando los 4 millones de cabezas, para una población de 3,3 millones de habitantes. La producción y exportación de tabaco también creció significativamente.
Las exportaciones de bienes se multiplicaron más de siete veces, mientras que las importaciones lo hicieron en menos de cinco veces, transformándose así la brecha comercial negativa de 18 millones de dólares en 1900 en un superávit de 57 millones en 1925.
El saldo positivo en la balanza comercial propició un incremento de las reservas internacionales de divisas y estimuló el proceso de formación de capital con recursos foráneos, lo cual contribuyó a aquella expansión económica.
Al analizar la economía del casi primer cuarto de siglo de vida republicana, el historiador marxista Oscar Pino Santos afirma en su obra El Imperialismo Norteamericano en la Economía Cubana, publicada en 1957:
“El incremento en el ingreso nacional que de todas maneras debió experimentar Cuba entre 1902 y 1925, determinado por el auge en las inversiones azucareras, dio lugar a la creación de algunos ahorros en ciertas clases de la población, independientemente de los ahorros que emigraban al exterior por la vía de las remisiones de las compañías extranjeras que controlaban el azúcar, los servicios públicos y otras empresas”.
Pino Santos añade:
“Fue surgiendo así un empresario nacional incipiente, que hacía extraordinarios esfuerzos por arrebatar a las mercancías importadas algunos fragmentos del mercado nacional”.
Al empresario nacional los hermanos Castro le declararían la guerra, para décadas después recibir con los brazos abiertos al empresario extranjero. ¿Alguien del régimen militar cubano tiene moral para hablar de soberanía nacional?
Otro sector que se fue desarrollando fue el de la construcción, como lo demuestran las construcciones realizadas durante la década del veinte. Para ello se contó con excelentes arquitectos egresados de la Universidad de la Habana, tales como Félix Cabarrocas Ayala y Evelio Govantes que constituyeron la firma Govantes y Cabarrocas, que en 1916 proyectó el Hospital General Freyre de Andrade, conocido coloquialmente como ‘Emergencias’. Cabarrocas reinició en 1917 el proyecto del Capitolio Nacional.
El historiador Ramiro Guerra Sánchez expresó en 1924:
“Cuba se ha conquistado su lugar en el mundo y gana en el respeto y en el aprecio universales. Esto no son fantasías, son hechos”.
El término “Perla de las Antillas” se ha convertido en un término muy controvertido que reclaman para sí (entre otros Puerto Rico y Margarita). Las primeras menciones a Cuba como “Perla de las Antillas” data de las primeras emisiones cartográficas coloniales que situaban a Cuba algo más al centro de los dos arcos de Antillas menores, eso sí precedida al oriente por Puerto Rico y La Española ( Haiti y Dominicana). El término era eminentemente goeográgico al simular Cuba ser el colgante del sui generis collar formado por el resto de Las Antillas (Menores y mayores), siendo además la de mayor extensión y riqueza natural a la fecha de su descubrimiento y colonización.
Con posterioridad, como bien señala el Prof. Castro, también se le conoció por su auge económico (no solo en la época republicana), Cuba aportaba casi el 40 % del PIB español a fecha de su perdida por la metropoli. Ello se debía fundamentalmente a su volumen de comercio con los Estados Unidos, desde antes de la primera guerra de independencia (1868-1878).
Un saludo respetuoso
En síntesis, la economía cubana era mucho más próspera en su primer medio siglo de vida independiente que en su segundo medio siglo.