22 December 2014 ~ 5 Comentarios

Concentración pública en Miami por la democracia en Cuba

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5 Responses to “Concentración pública en Miami por la democracia en Cuba”

  1. Sam Ramos 22 December 2014 at 5:37 pm Permalink

    ESE ÚLTIMO ¡SERÉ YO!

    Posted on December 22, 2014 by Nuevo Accion

    ESTEBITAESTAESAHORALABUENACARAJOPor, Esteban Fernández

    ¿Cuándo fue que la causa cubana se echó a perder irreversiblemente? Muy sencillo: Cuando el 90 por ciento de los patriotas cubanos llegó a la triste conclusión de que aunque Cuba fuera libre producto de un imponderable les resultaría imposible acostumbrarse a dormir debajo de un mosquitero, a vivir en la cochinada reinante, en la chusmería, en las faltas de respeto, en la falta de moral. Sobre todo después de haber vivido tantos años en la abundancia y protegidos por las leyes.

    Y eso trae como consecuencia la pregunta más difícil de contestar para los exiliados cubanos verdaderamente idealistas: ¿Volverías a Cuba si gracias a un milagro fuera libre? Los cubanos de mi generación al replicar se enredan, dudan, recuerdan a sus nietecitos que adoran, piensan en las comodidades, en los bienes de consumo y son alérgicos – como les dije en el párrafo anterior- a la chabacanería de los “hombres nuevos”. Sólo los que han nacido y se han criado dentro del sistema imperante están locos -ya a los pocos meses de vivir aquí- por regresar a revolverse en el estercolero castrista.

    Desde luego, lo que no acaba de entender mi gente -los verdaderos anticastristas- es que la única opción aceptable para nosotros -la respuesta que a rajatabla debemos dar- si aquello un buen día se resolviera satisfactoriamente sería decir: “Vamos a hacer lo que nos de la gana”. El significado de Cuba libre es precisamente que la tiranía castrista ya no nos dicta pautas a seguir ni los patriotas cubanos nos criticarían el regreso digno. Sea temporal o eterno.

    Yo siempre contesto: “Si así lo decido voy a estar en el Residencial Mayabeque en Güines o voy a estar bañándome en Miami Beach, o en las Vegas viéndoles los cuerpos a unas coristas o en Los Ángeles adorando a mis hijas y nietos”.

    Cuba sin castrismo representa que ya podemos comernos un boniato relleno de tasajo en el Versailles de la calle 8 e ir a digerirlo en Las Villas o en Camaguey y antes de cinco horas poder eructarle en el hocico a un venado en Montana.

    Lo que más aleja y disgrega a los compatriotas en esta contienda contra Castro es la falta de deseos y la imposibilidad de volver allá. Porque lo cierto es que acto seguido de que el cubano llega a la conclusión de que “Allá yo no quiero vivir” ipso facto abandona la causa cubana. Muy poquitos son los que se mantienen firmes pensando “A Cuba yo no voy ni a buscar centenes” y al mismo tiempo siguen echándoles con el rayo a los que han destruido a nuestra nación.

    Y eso es absurdo por completo porque aquí lo importante es mantenernos eternamente criticando a la peor plaga que ha acabado con Cuba. Nuestros ideales no pueden ser supeditados ni eliminados por las dudas de que si un día volvamos o no a vivir allá. Ese es simplemente un derecho y una prerrogativa de cada uno individualmente.

    Es decir que nuestra la lucha ya no es por volver o por no volver a la Isla. Aquí ya casi nadie quiere verse restringido y obligado a vivir en Pinar del Río o en La Habana porque eso sería exactamente igual que vivir como hemos vivido estancados en el exterior obligados por la situación detestable en nuestro país de origen. Muertos los perros guardianes podemos entrar y salir al patio.

    Cansado estoy de que me digan: “Qué va, tu no te acostumbrarías a vivir de nuevo en Güines, con las calles llenas de baches, con las guasazas y sin aire acondicionado” Y yo respondo: “Quizás, posiblemente, a lo mejor”. Pero es que no se lucha para ir a que nos pique un jején en la Playa Santa Fe sino para poder estar donde nos salga de las entrañas.

    Al contrario, creo que no hay cosa más bella que estar en San José de las Lajas y poder decir: “Está bueno ya, me voy al aeropuerto José Marti y allí saco un pasaje para irme para New York”. O estar en Nueva York en diciembre y poder decir: “Me voy al aeropuerto John F. Kennedy, no aguanto más el frío, me voy para Bejucal” Sin Fidel y sin Raúl, ni un Ministerio del Interior dando y quitando permisos y beneficiándose económicamente de las entradas y salidas del país, ni un Obama metiendo la cuchareta, los cubanos serían dueños de sus destinos y lugares de residencia.

    Al bello nieto que adoramos no hay que decirle adiós sino “’Si quieres ven conmigo vamos a bañarnos en Guanabo libre y cuando se terminen las vacaciones de verano regresas a tu escuela”.

    ¿Qué las cosas mejorarán allí algún día? Bueno, si la vida es más llevadera allá, él que quiera se compra una varita de pescar, se busca un lugarcito cercano a un río o una playa, se pone un short y unas sandalias, y cada cuatro años vota por un nuevo gobernante. Siempre teniendo la alternativa de poner pies en polvorosa y -a la inversa- regresar a USA a comerse un Whopper con queso en el Burger King de la calle Flagler. Pero también existe la posibilidad de que en cada esquina de la Patria libre tengamos a un Burger King.

    Y si aquello no se resuelve jamás, como la mayoría opina, no me quedará otra alternativa que repetir hasta el último suspiro las palabras de Víctor Hugo: “Y si sólo diez se yerguen para enfrentarse al mal, proseguiré con ellos luchando hasta el final. Y si quiere el destino que todo lo forjó, que sólo quede uno erguido y soberano: apréndelo tirano que ese uno ¡seré yo!”

  2. Sam Ramos 23 December 2014 at 8:46 am Permalink

    Por favor aclara en tu blog que el autor es Esteban Fernandez y el escrito completo es del blog de Aldo Rosado Nuevo Accion y el enlace es: http://www.nuevoaccion.com/
    Honor a quien honor merece.

  3. ManuelCarbajal@mail.Com 23 December 2014 at 12:49 pm Permalink

    Ok

  4. Sam Ramos 23 December 2014 at 3:19 pm Permalink

    ¡A DEGÜELLO!
    Por Aldo Rosado-Tuero

    Hoy voy a expresar opiniones personales, que son mis verdades, que sé que pueden herir a algunas personas por las que siento afecto y respeto, pero ni mi entendimiento, ni mi conciencia, me permiten callar ante esta coyuntura provocada por una jugada, que al menos a mí, no me ha sorprendido para nada y que no solo esperaba, sino—y las pruebas están en estas mismas páginas de Nuevo Acción—que he venido anunciando reiteradamente.

    Lo que sí ha constituido una sorpresa es ver como tantos hablan y se quejan de la traición de Obama y del Gobierno de Norteamérica. Esto muestra claramente, que los así califican esta jugada, forman—aunque algunos ni cuenta se hayan dado—en la legión de los “sietemesinos que no tienen fe en su tierra” de que hablara el Apóstol.

    Traiciona el amigo, el hermano, el compañero de lucha en el que se cree. A mí, como orgulloso nacionalista, que ha mantenido enhiesta la bandera de nuestros principios irrenunciables desde que a muy temprana edad los abracé, no me ha traicionado, ni Obama, ni ningún presidente norteamericano, pues después de Bahía de Cochinos y de haber formado en las Unidades Cubanas del US Army, nunca más he tenido la menor confianza ni fe, en que “los amigos” nos iban a liberar. Y la mejor prueba de que no miento es que, en la primera mitad de la década de 1960, el lema de “Acción” el periódico impreso que era el órgano oficial del Movimiento Nacionalista Cristiano, del que yo era Jefe Nacional tenía por lema: “Contra Moscú, sin Washington, por Cuba”; y que el Movimiento Nacionalista Cubano, orgullosamente exhibía su logo con un 3 y un rayo, significando una tercera posición contra las dos potencias imperialistas de la época.

    Siempre he mantenido que si el pueblo cubano cumple con el mandato martiano de “decidirse a comprar la libertad por su precio” no importa que partido esté en el poder. Cuando los cubanos demostremos con nuestras acciones—allá, pero también aquí—que no nos vamos a quedar esperando por ninguna ayuda, por sus propios intereses, los que gobiernen aquí se verán impelidos, arrastrados por los hechos, a darnos una mano.

    ¡Basta ya de cuentos! Mientras la mayoría de los líderes que nos hemos gastado han entregado nuestro destino en las manos de los que mandan en Washington, ningún presidente de este país ha hecho nada por lograr la libertad y la democracia para Cuba. Ni Republicano, ni Demócrata. Esta es una gran verdad, que no ven o no quieren ver los cobardes, los traidores cipayos o los imbéciles cuerdos que no ven políticamente más allá de sus narices.

    Ahora mismo he escuchado asombrado a muchos afirmar, que lo bueno que tiene esto es que en las próximas elecciones presidenciales de EE.UU. van a ganar los Republicanos y que casi seguro el candidato de ese Partido va a ser Jeb Busch, que revertiría las medidas de Obama y nos liberaría. Ya los manengues politiqueros cubano-americanos comienzan a preparar el tinglado para volver a engañar a los votantes anticastristas. Yo no me puedo callar ante semejante mentira. Jeb Bush solo haría lo mismo que hicieron su padre y su hermano: nombrar a sus cúmbilas cubanos a puestos importantes y a facilitarles la obtención de contratos gubernamentales que los enriquezcan más, pero por la lucha de la verdadera independencia de nuestra Patria, ¡Nananina!

    Me he cansado de decir que muchísimas de nuestras derrotas se han debido, más que a la inteligencia y fuerza del castrismo, a la ineptitud de los que los enfrentamos. Nos gastamos un liderazgo en el que brilla por su ausencia el conocimiento de la alta política, la ignorancia de quienes son los verdaderos enemigos y hasta las más elementales reglas del uso adecuado de la propaganda y de la estrategia de la lucha y demostraciones de calle. Ahora mismo, al conocerse la noticia del infame arreglo Obama-Raúl, en lugar de tomarse un tiempo, reunir a los principales dirigentes de las distintas organizaciones y a la parte del pueblo exiliado que nos apoya, en reuniones previas, preparatorias para una masiva y monumental marcha de protesta, se lanzó una convocatoria apresurada—como si lo que se buscara era el protagonismo de ser los primeros que convocaran—que, y lo digo con hondo dolor, le dio una nueva victoria a los castristas, a los dialogueros obamistas, pues la asistencia fue pobre y desproporcionada a la mayoría de exiliados que no apoyan la mojiganga obamista castrista.

    La batalla por la propaganda y la calle, requiere—como las batallas militares—preparación, estrategia y planificación. No se mueve a un pueblo que acaba de recibir un mazazo en la cabeza, en dos días con unos cuantos llamados por la prensa y la radio. Se imponía una convocatoria previa, acompañada de hondas conversaciones entre las distintas organizaciones, llamadas telefónicas a los distintos dirigentes para sentarlos juntos y acordar fecha y presentaciones previas ante la prensa y los órganos noticiosos…y oír en reuniones públicas a los independientes que no militan en ninguna organización, para atender sus ideas y motivarlos. Y sobre todo, no engañarse ellos mismos declarando que contaban con el respaldo de 40 organizaciones. ¿Cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido pensar que mientras más organizaciones se anuncien, más desprestigio significa la pobre concurrencia?

    Hay batallas que no se deben de echar si de antemano se sabe que es una derrota segura lo que nos espera. El estratega no puede dejar que los testículos—que nada tienen que ver con el cerebro—primen ante la realidad, o el ego y el afán de protagonismo los ciegue. Al enemigo no se le regalan los triunfos. La paciencia, la perseverancia, la inteligencia y la humildad deben de llevar a los que aspiren a un liderazgo serio a doblegar egos y olvidar agravios mutuos, para sin renunciar a los principios fundamentales, sentarse a para unir voluntades que nos darán la sensación de fuerza que necesitamos para que nos respeten y no sigan creyendo, como lo creen actualmente los que nos están vendiendo, que lo pueden hacer con impunidad.

    Ojalá y los llamados a dirigir a nuestra grey, comiencen a usar la cabeza para saber en qué terreno estamos parados, quienes son nuestros enemigos y sobre todo que el estar solos y sin aliados poderosos, se puede convertir en el acicate para—al no esperar por falsos amigos—comenzar a andar la senda que debimos haber caminado hace mucho, que nos conducirá a lograr por nuestro propio esfuerzo la libertad, la democracia y sobre todo la independencia que merece nuestra nación. En Dios confío que así sea.


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