23 May 2018 ~ 3 Comentarios

El lastre de la CULPA negra de la nación cubana (primera parte)

Por Alfredo Triff

En el artículo anterior dijimos que la miseria del castrismo es una miseria auto-fabricada, auto-recetada para purgar una CULPA en la psiquis de su historia. A continuación nos proponemos explicar en qué consiste la CULPA por el problema negro en Cuba.

En El malestar de la cultura (1930), Sigmund Freud define la CULPA como la angustia causada por un trauma resultante de la lucha perenne entre el YO y el Súper YO. Adaptando ese modelo síquico a la sociedad, Freud identifica la CULPA como la represión de ese trauma que el YO social no es capaz de resolver. La CULPA por lo tanto presupone dos partes sociales en oposición.

En el caso cubano no hay una sola nación sino dos naciones: una actual y otra en falta.1 Una en la actualidad, que es la nación blanca del castrismo; nación que reprime a otra que existe solo como potencialidad. Ésta es la nación negra, con su Langston Hughes, su Malcom X y su Black Power cubanos. Nación racial negra que habita en el ser-negro sin ambajes ni miedo a reproches blancos, y que corresponde a una posibilidad futura.

La historia de estas dos naciones, blanca y negra, es traumática, porque una es esclavista y la otra esclava. Una mantiene el poder mientras que la otra es oprimida. Y es que la memoria blanca republicana no está exenta del efecto tóxico del trauma. La nación blanca republicana no sufrió el escarnio de la esclavitud pero fue ejecutora de la transgresión esclavista. Como esa culpabilidad no puede olvidarse se reprime.

Por lo tanto el efecto tóxico de la CULPA llega a las dos naciones. No puede ignorarse que el discurso blanco revolucionario debe su legitimidad a la promesa no cumplida a la nación negra: la emancipación una vez lograda la independencia de España. Cincuenta y siete años más tarde, la revolución castrista instauró un calco de la anterior –ahora para tiempos de Guerra Fría. En resumen, la nación blanca y su discurso blanco no cumplieron esa promesa.2

Una vez lograda la independencia en 1902, la nación negra se descubre a sí misma en un nuevo estado de opresión, de esclavismo a exclusión, que persiste después de la triunfo de la revolución en 1959. El dicurso blanco le exige a la nación negra olvidar el trauma de la esclavitud y a su vez reprimir la traición de una promesa social incumplida. El olvido y la represión que exige el discurso blanco a la nación negra es la raíz de la CULPA negra. Y esa CULPA induce una docilidad a la nación negra desde la República hasta el presente.

Mientras ambas naciones luchan por desgarrar el velo del trauma, las psiquis de ambas se congelan en la memoria de ese trauma, lo que explica la profunda neurosis en el seno de la sociedad cubana actual bajo el castrismo.

A continuación explicamos cómo se construye la CULPA en la psiquis de ambas naciones.

Cómo el discurso blanco inyecta la CULPA negra

El discurso político castrista sigue siendo en 2018 el mismo discurso blanco en un país cuya mitad es negra y mestiza.3 En la historia de nuestra nación-en-falta el negro llegó a tener voz pero no voto, es decir, su discurso cayó en oídos sordos.

“Mi raza” (1893) de José Martí, es un escrito fundacional para el discurso blanco de “igualdad de derechos para negros y blancos”:

El negro, por negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre: peca por redundante el blanco que dice: ‘mi raza’; peca por redundante el negro que dice: ‘mi raza’. Todo lo que divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad. 4

El discurso martiano evita afrontar su propia raza blanca, José el cándido escribe. ¿Por qué? El discurso revolucionario se hace inmune porque llega con otra divisa: Dígase hombre y ya se dicen todos los derechos. Ese hombre no tiene raza porque pertenece a una comunidad de SERES humanos. Que Martí rechaze el paternalismo colonial y el cientificismo racista de la época es avant la lettre. 5 Es peculiar que en las cuatro páginas de su emotiva alocución, Martí no se proponga definir qué es la raza, sino que la da por sentado y procede a borrar sus diferencias.6  En “Mi raza” hay un subconciente blanco reprimiendo el trauma de la esclavitud. Una CULPA que impide comprender que el deseo obstinado de borrar las diferencias raciales es una forma (oculta) de racismo.

Más impenetrable es la patente de corso racial que la voz del apóstol tiene con el negro. ¿Cómo explicarnos que una vez en la República el negro se traga la promesa incumplida del discurso blanco? Observemos ese detalle que el poeta Nicolás Guillén llama “la enfermedad social del negro”: su timidez. Escribe Guillén en 1929:

Creo que el negro cubano tiene un gran tanto de culpa en su propio problema. Su enfermedad social es la timidez. Una timidez que asombra encontrar aun en aquellos que por su posición en la sociedad y su solvencia económica debieran vivir en una atmósfera mental inaccesible a todas las inhibiciones. 7

Esa timidez es producto de la patente de corso que históricamente el negro le ha otorgado al discurso blanco martiano (y después castrista).

Analicemos la comunidad de SERES de “Mi raza”. Alcanzar el SER humano es la meta martiana. Muy bien que sea así. Pero el negro antes que SER es ser-de-otro. No es un mero juego verbal. SER es figurar para-sí. Ser-de-otro es dejar de SER. Dejar de SER es agotar las reservas. Es sabido desde La Ilustración que, si bien la dignidad no se pierde, a ésta se le destruye.8 La ontología clásica no examina el SER desde el punto de vista del esclavo. Pero está claro que si existiera dicha ontología, el SER esclavo no podría figurar para-sí. Primeramente, el negro es esclavo por ser negro. El fenotipo solo se percibe cuando se está entre otros; entre negros el negro no es negro. Al negro se le sustrae su SER. El sistema esclavista lo lanza al mundo como un sub-SER.

¡Ya llegamos a la República! 

¡Qué decepción! En menos de una década de república el negro realiza que no puede haber emancipación sin un discurso propio desde el ser-negro. El discurso blanco arrasa con la historia del esclavo, olvidado por el blanco, ahora con un nuevo e ilustre papel de emancipador. 9

El escritor y activista de los derechos del negro, Serafín Portuondo Linares, se refiere a este momento histórico en Los independientes de color (1950):

El mambí negro ceyó que la Revolución de 1895 traería un nuevo clima más democrático y más igualitario que el que privaba cuando la isla estaba sometida al yugo de España. Esta concepción idealística fue derrumbada por la realidad republicana. El espíritu colonialista continuó privando en la patria liberada. Los prejuicios raciales se exacerbaron, el negro fue relegado a un rincón … en su patria. Los partidos políticos no tuvieron en cuenta sus derechos, la primera constitución los escamoteó. 10

Imaginemos un diálogo posible entre el periodista negro Rafael Serra y José Martí. El negro y el blanco; contemporáneos y protagonistas de la época. Serra y Martí habían compartido el exilio en 1890 en New York donde el primero funda La liga, asociación de instrucción racial con fines patrióticos. Más tarde, Serra colabora para “Patria” el periódico de Martí y después de la muerte de este ultimo, lanza el semanario “La doctrina de Martí” que continuará en La Habana bajo el título “Semanario político independiente”, hasta 1901.

Aquí el diálogo imaginario con citas reales. Martí habla desde fines del siglo XIX, Serra habla desde el futuro cercano, en plena alborada del siglo XX. Tiene la ventaja, no del tiempo, sino de lo hechos. El primero representa el discurso revolucionario blanco, el segundo representa el discurso revolucionario negro. El primero habla del otro, el segundo habla de sí.

Abre Martí:

… desde el día único de redención del negro en Cuba, desde la primera constitución de la independencia el 10 de abril en Guáimaro, no se habló nunca de blancos ni de negros.

Serra discrepa:

…por mucho que nos alejemos por eso del refinamiento […] no podemos desligarnos de toda la deuda con la que nos ha dado al menos un tronco de procedencia, como el Cáucaso se lo ha dado a nuestros parientes blancos. 11

Martí reitera:

El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco. La paz pide los derechos communes de la naturaleza: los derechos diferenciales, contrarios a la naturaleza, son enemigos de la paz. 12

Serra responde:

No es demasiado lo que pide la clase de color […] que se la respete y estimule sin tener que acudir a la fuerza del voto, que es lo único que le sirve de amuleto. Y se nos habla de concordia, pues es palabra bonita muy fácil de decir y ardua de practicar. 13

Martí no ceja:

Los negros, distribuidos en las especialidades diversas u hostiles del espíritu humano, jamás se podrán ligar, ni desearán ligarse, contra el blanco, distribuido en las mismas especialidades. Los negros están demasiado cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente en la esclavitud del color. 14

Serra insiste:

¿Por qué no han de tener derecho los negros a organizarse? ¿Qué se puede esperar a favor de la justicia que deseamos si seguimos como vinimos hasta aquí? El elemento de color fue víctima siempre de la vil explotación y del engaño manifiesto de todos, bueno es que se deje este elemento de sueños de sirenas y que pelee su propia batalla”. 15

Entre 1893 y 1906 algo ha cambiado. Serra lee a Martí desde lo negro y percibe (subconcientemente) que el apóstol funda su discurso revolucionario de inclusión desde un racismo encubierto. Que la república no cumpla su promesa de igualdad de derechos para todos hace posible un discurso original de rechazo a la tesis martiana, pero ahora desde el ser-negro.

Serra, contra “Mi Raza”, defiende que se puede alcanzar la identidad espiritual desde lo negro. Preguntemos a Martí, ¿por qué sería “proclamar su raza” negra un derecho contrario a la naturaleza? La raza es una condición suficiente pro natura. El conjunto “raza” pertenece a otro más inclusivo: el conjunto “género humano”. El orden de factores debe comenzar desde la base: ser negro es –automáticamente– ser humano, no así lo opuesto. El contexto post-esclavista republicano de derechos truncados pone la raza de nuevo en el tapete. El incipiente discurso negro proclama que la falta de derechos del negro está en el estigma injusto que arrastra la raza negra.

Concluyamos que el discurso revolucionario martiano es una forma sutil de imposición racial blanca que induce la CULPA en el negro y el blanco. La CULPA negra consiste en ser negro y no poder proclamarlo. La CULPA blanca consiste en prometer una mentira y defenderla a toda costa. No solo el discurso blanco evita la emancipación negra, sino que hará todo lo posible por evitarla.

LA VOZ delante de la estatua blanca con su dirigencia, 1961. ¿Y los negros dónde están?

La CULPA negra lleva “la diatriba” por dentro. “Diatriba”, de acuerdo al escritor negro Lino D’Ou, es la mordaza blanca que el negro soporta para no agraviar al blanco con el tema de la raza. Este fragmento es doloroso:

Se quiere que nos veamos solos: que nuestra voz no tenga ecos de esperanza, que se pierda en el árido desierto del desencanto y la desilusión. Se quiere que elevemos el diapasón en el lenguaje para exteriorizar nuestras angustias. Así, si recurriéramos a la diatriba daríamos pretexto para una acusación de racistas de odio y se nos señalaría como unos desventurados que deseamos en infortunio de la Patria. 16

Obsérvese que D’Ou reitera “se quiere”, mostrando que el discurso del ser-negro es conciente del peso del discurso blanco. Pero sigue la  CULPA negra: “se nos señalaría como unos desventurados que deseamos en infortunio de la Patria”. Esa autosugestión del negro con “la diatriba” es un arma de dos filos, lo que explica el efecto somnífero de LA VOZ frente a la nación negra durante los primeros años de la Revolución. El sociólogo afrocubano Iván César Martínez llama a este efecto somnífero “suicidio de clase”:

[Los negros] confiaron ciegamente de forma entusiasta y pasional [en la Revolución] … su confianza fue tal que se suicidaron como clase de vanguardia de su grupo poblacional … se desmantelaron y fundieron en la masa para solo despertar a finales de la década de 1960. 17

Luego LA CULPA convierte al negro en un negro-en-blanco, y al blanco en un castrista.

Existe un aspecto performativo del discurso blanco que debemos señalar. En medio de la opresión republicana el blanco republicano, liberal o conservador siempre se presenta en público amistoso, nacionalista y cordial. ¿Negro, qué pasa que no te integras? Si el negro protesta, el blanco le tira en cara: ¿Volviste a la diatriba?

Martí sacrificó el futuro del negro en aras del Proyecto Revolucionario blanco que proclama hasta hoy el lema de LA VOZ salido del discurso martiano: “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”.18 Discurso blanco en su origen, blanco en su borrar la raza y la memoria del dolor, blanco en la tribuna con la estatua blanca.

3 Responses to “El lastre de la CULPA negra de la nación cubana (primera parte)”

  1. guillermo 24 May 2018 at 8:30 am Permalink

    Este artículo es un buen ejemplo de la apoteosis de la victimización (en todos los ámbitos) en que nos quiere sumir el mundialismo. La culpa colectiva como instrumento de la corrección política para dividir a los seres humanos en diferentes grupos, pues adjudicando identidades y pertenencias (falsas por ser abastractas e incompletas) demesticas a los individuos libres a los que se les teme. Muchos de esos “colectivos” se convierten en grupos de poder para lograr privilegios…
    Aclaro que hay muchas personas de buena fe contribuyendo a ello.

  2. Humberto 24 May 2018 at 1:28 pm Permalink

    http://humbertomondejargonzalez.blogspot.com/2018/05/469-porque-el-socialismo-verdadero-solo.html
    469-Porque el Socialismo Verdadero solo es posible desde una sociedad capitalista democrática.

  3. Manuel 26 May 2018 at 11:23 am Permalink

    ¿Aguien tiene idea por qué estas basuras de “artículos” vienen a parar a la página de montaner?


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