27 November 2016 ~ 6 Comentarios

Fidel Castro no cantaba boleros

Por Gina Montaner

(El Mundo) Durante años pensé que aguardaría con impaciencia el día en que me tocaría escribir en pasado de Fidel Castro. Sin embargo, confieso que vivir tanto tiempo llevando a cuestas el pesado fardo del exilio me habituó a sentir como algo normal el peso asfixiante del hoy difunto comandante de una esclerotizada dictadura que alguien alguna vez llamó “revolución”.

Fidel fue el Darth Vader de la libertad de los cubanos, de la mía y la de mi familia. Y hoy toca, al fin, comenzar a desterrarlo de nuestra existencia como el padre abusador que largamente castigó y devoró a sus hijos. Exigiría prolongada terapia para toda una nación recostada en el diván de un trauma colectivo, pero el tiempo apremia y a los malos hay que dejarlos atrás como quien huye de un vendaval mortal. Fidel ya es el pasado. La verdad y el tiempo lo pondrán en su sitio.

A estas alturas no puedo ni quiero escribir un sesudo análisis sobre sus logros, que fueron muy pocos, y sus fracasos, que fueron el signo de su vocación autoritaria. Volver a hablar de él sería darle un gustazo hasta en la tumba de su mausoleo. Hoy, en el día de su muerte, sólo me vienen a la mente todas las vidas que los cubanos pudimos haber emprendido si la república hubiera seguido su curso, no exento de errores que había que enmendar, pero a salvo de una aventura totalitaria de la que tomará tiempo recuperarse. Todas esas avenidas vitales que nos cerraron, tanto a los que se quedaron atrapados en la isla como a los que acabamos en la diásporabuscando nuestro sitio en el mundo. Hablo, también, de las vidas truncadas por el presidio político, los paredones de fusilamiento, los campos de trabajos forzadosde la UMAP, los mea culpa de los intelectuales depurados, los balseros que han naufragado en alta mar, los disidentes muertos en extrañas circunstancias. El alma de los cubanos (los de dentro y los de fuera) sistemáticamente vejada por un caudillo caprichoso. Un despiadado patriarca instalado en el invierno de la nadaque hoy representa su muerte.

Muchas vidas pudimos haber tenido los cubanos en un país que era nuestro (el de todos) y no el de una despótica dinastía. Vidas imperfectas, pero administradas por el libre albedrío, que es la única manera aceptable de que los hombres y mujeres sean dueños de sus destinos. Todo lo demás conduce a enormes cárceles disfrazadas de falsos paraísos. Hoy, al fin, ha muerto nuestro cancerbero mayor. El dueño de la finca. El señor de la gleba.

Desde el principio Fidel Castro, que como buen narcisista de manual despreciaba a los demás (dentro de su revolución, todo; contra su revolución, nada), lo primero que hizo al bajar de la Sierra Maestra con sus hombres barbudos y con exceso de testosterona fue apagar las luminarias de una Habana que se encendía en sus noches de música, garitos y placeres. La revolución habría de ser una letanía de marchas al amanecer, consignas, guardias, comités de defensa. Los rigores de su experimento marxista-leninista-puritano no admitían la libertad individual. Esas madrugadas a ritmo de rumba y ron que Orlando Jiménez-Leal y Sabá Cabrerainmortalizaron en los albores de la revolución en un cortometraje, P.M., que Néstor Almendros calificó en la revista Bohemia de “joya del cine experimental” y que en 1961 el régimen confiscó y censuró. Eran los vestigios de la Habana de los años 50 que Guillermo Cabrera Infante inmortalizó en Tres Tristes Tigres. La metrópoli permisiva de los cabarés donde la legendaria Freddy cantaba bolerosa capella en el bar Celeste. Una Habana que se sofocó con la represión y el miedohasta que la oscuridad nubló el horizonte de los cubanos y el mar se convirtió en el único punto de luz.

Aunque nací en Cuba mi única patria ha sido el exilio y mi estado de ánimo es el del desarraigo. Durante muchos años mi familia y yo soñamos con volver a un lugar que sólo existía en el recuerdo inventado y poco a poco dejamos de soñar. En la diáspora hemos vivido plenamente y en libertad, comprometidos en todo momento con el sufrimiento de nuestra gente, que ha sido el nuestro.

De todos las evocaciones de este largo destierro, en este día quiero rememorar a mis padres en el salón de nuestro primer piso en Madrid en el barrio de Estrecho. En el tocadiscos se escuchaba la voz inconfundible de Olga Guillot. Nasal y contundente. Así aprendí a amar el bolero, que es la canción del sentimiento. Él nunca pudo comprenderlo. Hoy es un alivio emplear el pasado y sentir que la hojarasca del olvido se lo llevó para siempre.

6 Responses to “Fidel Castro no cantaba boleros”

  1. Enrique 27 November 2016 at 8:57 pm Permalink

    La perdida de capital humano de Cuba es incommensurable. No solo los casos de asesinados, encarcelados y desaparecidos en el Estrecho de la Florida, que justamente se mencionan en este articulo. Todos los cubanos talentosos que tuvieron que abandonar su patria y que han volcado sus talentos en el exilio, si se hubieran empleado en Cuba, hubieran hecho de la Isla una verdadera joya. Sumese a eso a todos los que por razones politicas, culturales o religiosas se les veto el acceso a estudios superiors, muchos de ellos entre las mentes mas brillantes -por lucidas- del tesoro humano cubano.

    • Julian Perez 28 November 2016 at 10:28 am Permalink

      >>todos los que por razones politicas, culturales o religiosas se les veto el acceso a estudios superiors

      Me gustaría matizar un poco esa afirmación basado en mi experiencia personal. Tengo creencias religiosas y en Cuba nunca las negué (lo preguntaban en todos los ¨cuentame tu vida¨ que había que llenar a cada rato y mucha gente decidió ocultarlas, yo no). No me fueron negados por ello los estudios superiores.

      En todo lo demás, el comentario de Enrique es rigurosamente cierto.

      Creo que para deteterminadas carreras había restricciones de ese tipo (para algunas incluso creo que había que ser militante de la UJC). Pero solamente para algunas. No para la mayoría de las de la colina ni para la CUJAE. Yo estudié Matemáticas sin problemas. (Estoy hablando de 1967, no sé después. En Cuba la realidad es muy cambiante)

      Sí me consta que se vetaba el acceso a determinados trabajos. Por tener creencias religiosas yo no podía ser profesor, ni siquiera de Matemáticas (al igual que Sócrates, parece que los religiosos tenemos formas sutiles de corromper a la juventud. Menos mal que no tuve que tomar cicuta). Por ello no me ubicaron de profesor en la escuela, como creían mis compañeros de estudios que ocurriría.

      Me ubicaron en el Instituto del Libro, revisando libros de texto. Otro Matemático y también creyente gestionó que me pudiera ir para la Academia de Ciencias donde, paradógicamente, sí dejaban entrar a los religiosos. ¿La razón? La forma en que funcionan las cosas en la surrealista Cuba. Nuñez Jimenez, presidente de la Academia por aquel entonces, tenía creencias religiosas.

      Ahora hablo de 1972, pues siempre hay que precisar el ¨cuando¨. Poco después vendría otro de los bandazos importantes, motivado por el fracaso de la zafra de los 10 millones: el re-acercamiento a la URSS (después de la perreta del de las barbas porque le quitaron sus misiles y hablaron entre ellos sin sentarlo a la mesa) y el XIII Congreso de la CTC con el ¨resucitado¨ Lázaro Peña, en una especie de canto del cisne pues murió de verdad poco después, quitándole el estigma a los ¨estímulos materiales¨. Cosas veredes…

      Nada, que la muerte de ese señor, si sirve para algo (cosa que está por ver) es para despertar memorias de la vida absurda que nos hizo vivir allá.

  2. JMB 28 November 2016 at 2:43 pm Permalink

    Yo no voy a publicar mi nombre porque aun tengo miedo. En Cuba me permitieron estudiar, termine una Carrera univesitaria navegando inconvenientes por mis ideas politicas que solo me las callaba a medias; pero pude terminar.
    En el unico trabajo que tuve me plantaron un pie sobre la nuca mientras promovian a mediocres.
    Un dia me fui de Cuba donde o no creian que tenia capacidad o no le daban importancia a si podria disenar sistemas con tecnologia casi medieval.
    llegue a EE.UU y con estudios suplementarios minimos inicie una Carrera que en menos de una decada me puso en un team de NASA disenando rampas de lanzamientos de cohetes espaciales.
    Mis 2 centavos sobre lo que le hizo el castrismo al capital humano.

    • Manuel 28 November 2016 at 3:06 pm Permalink

      Gracias por compartir

    • Julian Perez 28 November 2016 at 3:52 pm Permalink

      JMB, entiendo lo difícil que es librarse de ese miedo… La dificultad es directamente proporcional a la cantidad de años que uno haya vivido allá. Pero trata de librarte de él. Recuerdo el título de una película que vi una vez ¨El miedo devora el alma¨. Y, aunque FDR no es precisamente santo de mi devoción, su frase de ¨Lo único a lo que hay que temer es al miedo¨ es de mi agrado (por supuesto, eso es válido para países libres, no para lugares como Cuba)

      Y dudo que haya lugar en el mundo más libre que USA. Ahora mismo los Trumpistas pueden disgustarse conmigo por mis reservas con Biff y pueden hasta decirme improperios (cosa que a veces hacen), pero nunca he dudado de que puedo hablar con libertad y lo hago. Como se dice, ¨Sticks and stones may break my bones but words will never hurt me¨.

      • Manuel 28 November 2016 at 5:22 pm Permalink

        Ese miedo es el q sostiene toda dictadura, de eso vive. Los ciegos no lo ven, no lo creen, pero es nuestra única verdad: el miedo. Cdo caiga el totalitarismo saldrán en cascada miles de almas a mostrar todo lo hemos padecido. Sólo entonces se conocerá toda la verdad, y los q hoy apoyan aquella basura, entenderán en chock en que mundo subrealista hemos vivido gracias a fidel y raul


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