28 April 2013 ~ 6 Comentarios

La Patria y el Orgullo

por Carlos Alberto Montaner

2506

Palabras pronunciadas en Miami
el 28 de abril de 2013
en la sede de la Brigada 2506, en un
” homenaje a las presas políticas”  cubanas

Me siento dos veces agradecido. En primer lugar, por haber sido invitado a decir unas palabras por la directiva de los veteranos de la Brigada 2506, y, en segundo lugar, por la oportunidad que me dan de honrar a las presas políticas cubanas.

Quiero destacar en este breve texto algo que identifica a los miembros de la Brigada 2506 con las presas políticas y, en general, con todos los demócratas de la oposición, incluidas las Damas de Blanco que hoy recorren las calles de Cuba demandando libertad para el conjunto de la sociedad.

La observación es muy elemental, pero me parece que es importante destacarla: la batalla de los cubanos contra la dictadura no ha sido clasista ni racista.

Tanto los miembros de la Brigada como las presas políticas cubanas constituyen un corte transversal de la sociedad. En Cuba la resistencia contra la opresión comunista ha sido general, policlasista y multiracial.

El 17 de abril de 1961 desembarcaron en la Isla patriotas pobres, ricos y de clase media. Gentes con una notable instrucción universitaria y otros de origen rural que apenas tenían educación” formal. Muchos eran blancos, pero también había negros y mulatos.

No era verdad, como alegan los defensores del castrismo, que se trataba de un esfuerzo de la oligarquía por rescatar sus propiedades confiscadas. Era un esfuerzo de todos los grupos sociales por rescatar las libertades y la democracia. Un esfuerzo que en cierta medida trataba de culminar la traicionada lucha contra la anterior dictadura.

Es cierto, sin embargo, y debe enorgullecernos, que entre los expedicionarios había algunos representantes de los grupos económicamente poderosos de Cuba, como ocurrió durante nuestras Guerras de Independencia con hacendados prominentes como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte y Francisco Vicente Aguilera, pero eso sólo prueba que esas personas estaban dispuestas a dar su vida y su fortuna por la libertad de los cubanos.

En el caso de las presas políticas cubanas sucede exactamente igual. Entre ellas estaban Polita Grau, ex Primera Dama de la República durante el gobierno de su tío Ramón Grau San Martín, o mi amiga la Dra. Marta Frayde –nonagenaria todavía viva en Madrid–, exembajadora de Cuba ante la UNESCO a principios de los años sesenta, descendiente de una conocida familia del patriciado cubano, y la humilde Zoila Águila Almeida, la Niña del Escambray, una valiente guerrillera nacida en Placetas y muerta en el exilio, quien se alzara en las montañas de Las Villas junto a su esposo Manolo Munso, fusilado en Cuba, un electricista, como relatara Enrique Encinosa en su valioso libro sobre “la guerra olvidada” del Escambray.

Ya que he mencionado a Marta Frayde, quiero compartir con ustedes una anécdota poco conocida que ella me relatara hace ya muchos años: ¿saben qué experto visitó una de las cárceles de mujeres en la que estuvo recluida?

Nada menos que Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky, irónicamente convertido en inspector de prisiones por Fidel Castro, el mayor de los estalinistas, dada su experiencia de haber pasado 20 años en Lecumberri, en México, condenado por su vil crimen. (Dato que acaso debe reflejar Leonardo Padura en la próxima edición de su notable novela El hombre que amaba los perros).

En efecto, cientos de mujeres cubanas de todos los grupos sociales del país pasaron por las cárceles de la dictadura comunista, y todas cuentan las mismas historias de golpizas, maltratos, vejaciones, e incluso muerte, como le sucedió a Lydia Pérez León, a quien la mató una hemorragia en su celda de castigo “porque no había sangre para las gusanas”.

Algunas, como Ana Lázara Rodríguez, estudiante de medicina que cumplió 19 años de presidio, tuvo el talento y la dolorosa paciencia que se requiere para contar sus terribles experiencias en una obra autobiográfica que se lee con admiración y horror.

Admiración, por el valor de esta mujer y sus compañeras de infortunio. Horror, por todo lo que las hicieron padecer. La obra, escrita en español y luego también traducida y publicada en inglés, es un monumento a los mejores aspectos del espíritu humano y una radical condena a la barbarie de las cárceles para mujeres de los Castro. Se titula Diario de una sobreviviente.

Precisamente, si hay algo que diferencia la dictadura de los Castro de las anteriores tiranías padecidas por los cubanos desde el siglo XIX a la fecha, es el trato despiadado dado por esta dinastía militar a las presas políticas.

Durante la época colonial española, durante el machadato, durante la dictadura de Batista, los maltratos y torturas a las mujeres de la oposición ocurrieron de manera excepcional.

Durante la dictadura comunista, en cambio, ha sido la regla, ha sido masiva, ha durado décadas, y se ha visto (y se ve hoy día) en todas las cárceles en las que estas mujeres han estado recluidas, desde Guanajay hasta Baracoa, pasando por Nuevo Amanecer.

¿De dónde ha salido esta casta de desalmados militares cubanos capaces de maltratar a las presas políticas sin respetar el género, la edad y el estado físico de estas mujeres?

Dentro de la cultura cubana, acaso por cierta tradición patriarcal de carácter hispánico, existía la regla, pocas veces incumplida, de respetar la integridad física y moral de las mujeres, aunque fueran adversarias políticas o familiares de los enemigos.

Esa norma de elemental convivencia, de la que se beneficiaron los propios hermanos Castro y los jefes de la insurrección, cuyas familias no fueron molestadas por Batista, fue violada desde el principio por los represores del castrismo.

Recuerdo, en enero de 1961, a una señora embarazada que fue a ver a su esposo a La Cabaña. Ella no sabía que lo habían fusilado la víspera de la visita. Se enteró allí, en lo que llamaban “el rastrillo”, cuando se lo gritó un guardia para que todos lo oyéramos: “a tu marido lo fusilamos anoche. Tendrás que buscarte un nuevo macho para que te haga la próxima barriga”.

Es ese tipo de gentuza el que continúa haciendo actos de repudio, golpea y mortifica a las Damas de Blanco o a los periodistas independientes, y acosa a los disidentes, ya sean hombres o mujeres.

Ésa es la tropa de choque del castrismo, pero esos también son sus representantes más visibles y emblemáticos.

Quiero terminar mis palabras aludiendo al título de las valiosas memorias escritas, precisamente, por un miembro de la Brigada 2506, Waldo de Castroverde, viejo amigo de la adolescencia. Le llamó a su libro Que la patria se sienta orgullosa.

Así nos sentimos todos los cubanos, queridas presas políticas, queridos excombatientes de Playa Girón: profundamente orgullos por el sacrificio de vuestras vidas.

Muchas gracias por todo lo que han hecho y sufrido.

Muchas gracias.

6 Responses to “La Patria y el Orgullo”

  1. Kenia Campano 29 April 2013 at 12:51 am Permalink

    Carlos Alberto:
    Me conmueves, por el dolor o el placer, siempre me conmueves.

    Gracias,

    Kenia

  2. Pablo Aguabella V. 29 April 2013 at 2:12 am Permalink

    Excelente como siempre.
    Lástima que nuestra memoria sea tan corta y olvide con rapidez nuestra triste historia y los acontecimientos que produjeron la Cuba que hoy tenemos.
    Saludos Montaner.

  3. Augusto de la Torre Casas 29 April 2013 at 7:24 am Permalink

    De acuerdo, conmueves, pero la triste realidad es que un pueblo que ha soportado semejante y bárbara dictadura (me incluyo entre los que no han hecho casi nada) no merece triunfar sobre sus verdugos, pues los Castro sólo necesitaron 2 años para dar al traste con la dictadura de Batista. ¿Dónde están hoy los José Antonio Echevarría, los Frank País, los Abel Santamaría? No, repito: es triste, pero en Cuba no hay héroes capaces de dar al traste con los Castro, no con palabras inútiles, sino, como hizo él con Batista: con las armas, sin contemplaciones, sin compasión con los asesinos miserables que llevan más de medio siglo disfrutando de la humillación que le hacen a su pueblo.
    Un abrazo. Augusto

  4. Alfredo F. Martel 30 April 2013 at 10:54 pm Permalink

    Sin entrar en discusiones, que sobran en otros sites y se ven muy poco(si algo)aqui,el Sr. De la Torre se sorprende por la rapida victoria del 26 de Julio en Cuba. Los que estabamos alli, como Montaner y otros condiscipulos,sabemos que Fidel no gano ninguna guerra, ni revolucion ni nada por el estilo. Casi casi podemos decir, haciendo el cuento bien corto, que aquello termino cuando lo llamaron, diciendole: Baja, baja de la loma, que ya esto se acabo. Y aun asi tenia miedo y le exigio a Ramon Barquin que le mandara a su hijo Ramoncito para asegurarse que lo que quedaba de las fuerzas armadas no le fuese a atacar en el camino de Oriente a La Habana. El valeroso guerrillero (Guerilla Prince le llama un libro que todavia tengo por ahi)lo que hizo con con los “miserables asesinos” fue matarlos sin juicio formal alguno.

  5. Tristán 1 May 2013 at 6:31 pm Permalink

    Estimado Alberto:
    Veo que haces referencia en tu artículo a Leonardo Padura. Conozco a este escribidor hace mucho tiempo y te puedo asegurar que a principios de los años noventa era un astuto castrista propagandista que andaba haciendo carrera literaria en los ambientes de la idiocia progre europea.
    Saludos.

  6. Jesus Padilla 3 May 2013 at 7:06 am Permalink

    En realidad en Cuba no habia ejercito y los pocos que habian se encontraban en sus cuarteles casi siempre en ciudades,cuando enpiesa la revolucion se moviliza a cientos de soldados sin preparacion con un sueldo creo de 80 pesos a los que se les llamo casquitos eran jovenes sin experiencia militar y con pocas ganas de luchar solo tenian interes en su salario.Sin embargolas tropas que seguian al futuo dictador eran jovenes con ideales que al final fueron engañados,muchos se retiraro o se marcharon del pais al ver el rumbo que tomo su idealisada revolucion.Si hoy dia no se obtiene logros mas significatibos en la lucha contra la dictadura comunista es que estamos muy dividido.SI LOS CUBANOS DE DENTRO Y FUERA NOS PUSIESEMOS DE ACUERDO TODOS EN DERROTAR A LA DICTADURA es casi seguro que poco durarian a pesar de todo miren el ejemplo de Venezuela se unieron todos los partidos opositores al chavismo y si no a ganado las eleciones es porque la corruccion es muy grande en el sistema electoral y manipulado por el gobierno


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