Los de enfrente
por Camilo Loret de Mola
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(Diario de Cuba) La propaganda oficial no escatima epítetos para presentar constantemente a Carlos Alberto Montaner como un importante miembro de "la mafia cubana de Miami", alguien con un pasado violento —terrorista— y un presente dedicado por entero a perjudicar los intereses de los cubanos de la isla.
Sin embargo, sorprende que, a pesar de este esfuerzo, muchos de los artistas e intelectuales que residen en Cuba, junto a varios funcionarios oficiales, busquen encuentros con Montaner durante sus viajes al exterior.
Algunas de estas reuniones han trascendido públicamente; otras se han manejado con discreción por temor a represalias contra quienes han de regresar a la Isla.
Montaner no maneja ningún lobby de influencias gubernamentales, ni se encuentra dedicado a una labor de proselitismo y zapa para promover la deserción de los cubanos que visitan otros países. Prueba de esto es que ninguna de las personalidades que han mantenido encuentros informales con él ha terminado rompiendo sus vínculos con Cuba o cambiando sus posiciones políticas.
Son más bien reuniones con un "amable enemigo" para conocer el otro lado del problema cubano, o para contarle y hasta defender con pasión sus puntos de vista.
Ningún testimonio es mejor que el de propio Montaner para tratar de identificar la causa de esta preferencia.
¿No temes perjudicar, si los mencionas, a los artistas o intelectuales que se han reunido contigo a lo largo de los años?
Por el contrario. Los intelectuales y artistas cubanos de la Isla deben terminar con el miedo que trata de infundirles el Gobierno. Por dignidad, deben negarse tajantemente a continuar haciendo informes sobre las conversaciones que mantienen cuando salen al extranjero. Tienen que recuperar el control de sus afectos sin interferencia de los comisarios. La manera de ayudarlos a vencer el miedo es revelando esos contactos, en los que jamás ha habido conspiraciones ni nada ilegal, para que proclamen su derecho a tratar a quien les dé la gana.
¿Por qué tienen que ocultar que se han reunido a conversar con una persona que acaso tenga un punto de vista diferente al oficial? El reciente incidente de Robertico Cascassés, la reacción de Silvio Rodríguez y, sobre todo, la de su hija, la actriz Violeta Rodríguez, demuestran, otra vez, que los artistas cubanos, y toda la intelligentsia, están hasta el gorro de que el Gobierno les diga lo que tienen que pensar o decir. Después de más de medio siglo de ignominia es hora de que estos adultos, generalmente bien formados, proclamen su derecho a hablar con quien les plazca y a tener las ideas que libremente escojan.
¿Por qué crees que te identifican como un oportuno embajador del lado del exilio?
Me imagino que el propósito es que nadie se me acerque. ¿Por qué? Supongo que al núcleo estalinista cercano al poder le molesta lo que escribo o lo temen. Por eso han desatado una sórdida campaña en mi contra dentro de la modalidad llamada "asesinato de la reputación". He participado en un libro que denuncia esas "medidas activas" del aparato. Se llama El otro paredón. Me acusan de "terrorista", una estúpida falsedad que desmiente todo el que me conoce. Yo odio la violencia y especialmente el terrorismo, y ésa es una de las razones por las que detesto a un gobierno que lleva más de medio siglo dedicado a esos menesteres siniestros.
La otra acusación es de "agente de la CIA", mentira que es, además, imposible, puesto que, desde hace décadas, de acuerdo con la legislación norteamericana, y eso es muy serio en Estados Unidos, ningún periodista que trabaje en medios de difusión en el país, y yo lo hago, entre otros, en The Miami Herald y en CNN, puede tener vínculos con los servicios de inteligencia norteamericanos.
El aparato de difamación de la dictadura sabe que miente, y jamás ha presentado la menor prueba en mi contra, porque no existen, pero no le importa. El objetivo es tratar de aislarme profesional y políticamente, algo que, felizmente, nunca han conseguido, pues el nivel de credibilidad de ese régimen es mínimo. Nadie puede tomar en serio los reclamos de inocencia de un gobierno al que hoy, en nuestros días, mientras declara que exporta azúcar, le capturan un envío clandestino de armas, explosivos y aviones nada menos que a Corea del Norte, poniendo en peligro, incluso, al Canal de Panamá.
¿Alguno de estos encuentros ha terminado en un enfrentamiento o en una discusión violenta?
Nunca. No solo porque no es mi talante, sino porque las personas con las que he conversado, aunque tengamos opiniones diferentes sobre ciertos asuntos, son educadas y, en privado, suelen ser muy críticas de los peores aspectos represivos del Gobierno. Siempre hemos podido expresar nuestros puntos de vista francamente sin abandonar un aspecto clave de las relaciones humanas: la cordialidad cívica. Eso, precisamente, que la dictadura ha tratado de extirpar del comportamiento de los cubanos auspiciando los actos de repudio y los linchamientos físicos y morales. El gobierno de los Castro es el único en la historia del país que ha secuestrado la libertad afectiva de los cubanos prohibiéndoles tratar a los familiares y amigos "desafectos" o exiliados.
Todos conocemos tu polémica epistolar con Silvio Rodríguez. Más allá de ese intercambio, ¿te has encontrado con él personalmente?
La polémica epistolar fue respetuosa. Eso es bueno. Los cubanos debemos reaprender a discrepar sin insultos. También fue útil. Me consta que en los medios intelectuales cubanos dicho intercambio fue muy provechosamente leído. Hace muchos años Silvio y yo cenamos en Madrid en casa de un matrimonio de escritores cubanos que eran amigos de Silvio. Fue una cena grata, en la que los temas políticos se tocaron muy tangencialmente, pero aquel Silvio que yo conocí estaba más cerca del cantautor contestatario de fines de los años sesenta que del diputado a la ANPP que fue más tarde.
Parodiando al propio Silvio, ¿la discusión entre ustedes ha tenido una segunda cita?
Así es. Y ojalá haya una tercera. Me han gustado mucho las canciones de su hijo Silvito el Libre, y la carta que acaba de publicar su hija, la actriz Violeta Rodríguez a propósito del incidente con Robertico Carcassés. La muchacha dice una cosa clave que, a mi juicio, representa el sentir de la intelligentsia cubana: los artistas e intelectuales están cansados de la "escuelita". Es decir, de que unos comisarios les dicten lo que deben pensar y los traten como niños o retardados mentales. Esa es una intolerable humillación.
¿En qué condiciones te reuniste con el escritor Lisandro Otero?
Lisandro estuvo en mi casa de Madrid junto al novelista canario Juancho Armas Marcelo, un demócrata, buen amigo de ambos. Conversamos durante varias horas y Lisandro se mostró muy crítico de la dictadura. Esto sucedió en medio de la debacle del mundo comunista, cuando parecía que el gobierno cubano sería arrastrado en la misma dirección. Realmente, no hubo discrepacias. A él todo lo que sucedía en la Isla le parecía un horror. Era una persona muy gentil y aguda. Tuvo palabras muy críticas contra Fidel y Armando Hart. Fidel le parecía un monstruo y Hart un idiota. Fue muy halagador cuando habló de Cabrera Infante y Reinaldo Arenas. Luego volví a verlo en México para entregarle un libro y conversamos brevemente. En ese momento su postura ya era más temerosa. Era obvio que el gobierno cubano había pasado su peor momento.
¿Es cierto que te has reunido hasta con ministros del gobierno cubano?
El único ministro de Castro con el que me he reunido fue José Luis Rodríguez, el titular de Economía y Planificación, y lo hicimos públicamente en un seminario organizado por una universidad en Halifax, Canadá. Fue durante la perestroika, a fines de los ochenta, y el mismo Rodríguez, con cierta gracia, subrayó la paradoja que los dos estuviéramos en el mismo panel, pero yo defendiendo la perestroika de Gorbachov y él atacándola. Yo a favor de esos rusos y él en contra. En ese evento supe que Rodríguez tenía su escritorio lleno de planes reformistas paralizados por Fidel Castro. Debo decir que fue una persona muy correcta.
Pero en esa multitudinaria conferencia tuve varias gratas sorpresas. Una noche se me apareció en la habitación Raúl Gómez Treto, un dirigente católico que venía en la delegación oficial cubana. La conversación fue para mí muy útil. También era un duro crítico del gobierno de Fidel. Aparentemente, defendía el socialismo desde el catolicismo, pero el hombre con el que yo conversé despreciaba profundamente no solo el Gobierno, sino también el sistema.
No era el único. En la sauna del hotel coincidí con un científico muy agradable de apellido Limonta. No hablamos de política, sino del desarrollo de ciertos fármacos en Cuba. Por el tono de la conversación podía inferirse que no se tomaba en serio las instrucciones de ser ríspido y sectario con el "enemigo". Yo no era su enemigo. Él tampoco era mi enemigo. Éramos dos cubanos que hablaban civilizadamente.
Esa fue también la actitud de quien entonces era diplomático del regimen, Juan Antonio Blanco, y hoy dirige un centro de estudios internacionales en el Miami Dade College. Nos pasamos varias horas conversando distendidamente. Diez años más tarde Juan Antonio desertó y desde entonces hemos mantenido una buena amistad.
¿Es cierto que Pablo Milanés se te presentó como un convencido defensor del pensamiento de izquierda?
Conocí muy brevemente a Pablo Milanés, cuyas canciones me encantan y, en efecto, creo recordar que me dijo, cortésmente, que él era un revolucionario crítico o algo así. Fue un encuentro corto y amable. Esto no es nuevo. Desde hace muchos años Pablo Milanés ha tenido esa posición de criticar los peores aspectos de la dictadura sin romper del todo con el proceso. Supongo que no olvida que, cuando era muy joven, lo internaron en los campos de la UMAP para "reeducarlo". Vive entre Cuba y España y sostiene sus criterios sin miedo. Es un revolucionario crítico que ya no acepta excusas absurdas. Me parece una posición muy válida. No es la mía, porque estoy convencido de que el marxismo y el colectivismo son disparates que inevitablemente conducen al empobrecimiento y a los calabozos, pero creo que en una Cuba plural hay espacio para todas las posturas que se defiendan dentro de la ley. La democracia es eso. Milanés me parece una persona mucho más diáfana, transparente y comprometida con la verdad que Silvio Rodríguez.
Pedro Luis Ferrer es conocido como alguien muy bueno buscando pretextos para polemizar. ¿Qué tal te fue con él?
No recuerdo claramente la conversación con Ferrer, pero me encantan sus canciones irónicas, y, a juzgar por las letras, no creo que hayamos discrepado excesivamente. Disfruté mucho el concierto que dio en Miami. Creo que a los cubanos les gusta esa posición de francotirador musical sin miedo que no hace concesiones.
¿Es cierto que en tu juventud conociste al tío de Pedro Luis, el poeta y comunista histórico Raúl Ferrer?
Raúl Ferrer era amigo de mi padre y en cierto momento de mi bachillerato me enseñó matemáticas. Nadie debe sorprenderse de que los viejos comunistas del PSP fueran amigos de personas de diferentes ideologías. Hubo épocas en que Nicolás Guillén, Juan Marinello, Blas Roca y el resto de la cúpula del Partido, eran personas amables que no odiaban a los adversarios políticos ni eran odiados por ellos.
A mi juicio, fue Fidel Castro el que impuso ese tipo de relación hostil cuando secuestró la afectividad de los cubanos y la puso de manera obligada al servicio de su gobierno. Fue Raúl Ferrer quien, al principio de la revolución, cuando yo era un adolescente, me advirtió, sin odio, quizás con simpatía, que el país iba hacia el comunismo y que yo, como todos los jóvenes, tendría que decidir si me sumaba o me oponía. Yo me opuse, aunque no se lo dije, claro.
¿En que se diferenciaron las reuniones con los cantautores Carlos Varela y Polito Ibáñez?
Con Carlos Varela me reuní en Madrid en un almuerzo propiciado por Andy Blanco, un amigo común. También fue una relación fluida, grata y pública, porque Varela tampoco tenía miedo, aunque no descartaba que lo vigilaran. Hablamos del sentido crítico de sus estupendas canciones y tuvo palabras de elogio para Willy Chirino, Gloria Estefan y el resto de los buenos artistas exiliados. Me gustaron su actitud abierta y su generosidad.
Con Polito Ibáñez la relación ha sido diferente. Yo conocía algunas de sus canciones y me parecían muy buenas, pero no coincidimos hasta un programa reciente de televisión, al que fuimos convocados por María Elvira para comentar el incidente del censor con Robertico Carcassés. En general, me gustó lo que dijo Polito. Me pareció sincero y abierto. Es, como casi todos los artistas cubanos, un espíritu inconforme y reformista. El mundo artístico es el talón de Aquiles de ese régimen desde el conflicto con Orlando Jiménez-Leal a propósito del documental PM.
Ahí comenzó un enfrentamiento que no terminará hasta que ese disparate desaparezca.
¿Te has visto con otros del régimen?
Bueno, no sé si del régimen, pero sí oficialmente vinculados al Gobierno. Entre ellos, por ejemplo, mi viejo amigo Guillermo Rodríguez Rivera, un notable poeta. Guillermo y yo estudiamos en el Instituto del Vedado. Recuerdo que me repasó Sociología para el examen final, una de las asignaturas del quinto año de bachillerato. Siempre fue un tipo ocurrente e inteligente. Él se quedó junto a la revolución y yo me opuse a ella, pero los lazos personales creo que se mantuvieron intactos. Lo vi en Madrid hace unos cuantos años, y luego en Miami, y fue muy agradable.
Recuerdo que discutimos sobre el embargo comercial que le mantiene Estados Unidos a Cuba, pero como dos amigos que tienen posiciones encontradas. No me pareció dogmático ni sectario. Defendía sus posiciones cordialmente, como debe ser.
Hay otro sector de la sociedad civil que no suele mencionarse, pero que es importante: la jerarquía católica. ¿Has visto a los jerarcas de la Iglesia?
Por supuesto. La Iglesia hace muchos años que está intentando desempeñar un rol de puente entre el Gobierno y la oposición. La Iglesia cree en la necesidad de un diálogo constructivo que conduzca a la apertura. No creo que lo haga porque desee el mantenimiento del sistema comunista, sino porque quisiera que el régimen evolucionara pacíficamente hacia la democracia y las libertades. De distintas maneras, con más o menos pasión, eso se lo he oído al Cardenal Ortega, a Carlos Manuel de Céspedes, a Dionisio [García, arzobispo de Santiago de Cuba], al valiente sacerdote José Conrado, incluso a Dagoberto Valdés, un dirigente laico con gran prestigio entre los católicos que ha sido injustamente orillado por el Cardenal. Todos ellos saben que yo soy agnóstico, pero eso no les importa, de la misma manera que a mí todas las creencias religiosas me parecen igualmente respetables, mientras no se impongan por la fuerza.
La última carta pastoral de los obispos, aunque pudiera haber sido más enérgica, y acaso debiera haber denunciado los atropellos físicos a las Damas de Blanco y solicitado una investigación imparcial sobre la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero, pide cambios sustanciales y es importante que la voz de la Iglesia se haga oír. Algunas personas me han dicho que Raúl Castro agradece ese tipo de presión porque lo obliga a bascular hacia los cambios, pero no estoy seguro de que sea cierto. La evidencia apunta a que cada día dan más palos y maltratan más a los demócratas.
¿Qué le aportan a Carlos Alberto Montaner estos encuentros?
Me aportan varias cosas, que son, precisamente, las que el Gobierno desea ocultar. Me aporta la oportunidad de debatir cómo puede llevarse a cabo la transición hacia un tipo de gobierno similar al de las 25 naciones más prósperas y felices del planeta. Me aporta un modo muy sencillo de probar que la oposición está llena de personas sensatas y moderadas. Me aporta la vía para que los interlocutores visualicen su propio futuro en esa Cuba democrática y diferente.
Has sido criticado por algunos sectores del exilio por mantener este tipo de encuentros y conductas. ¿Qué le respondes a estos críticos?
Les respondo que me muestren otra manera de procurar la transición. Desde fines de los años ochenta y principios de los noventa, cuando desaparecieron Pinochet, el primer sandinismo y el mundo comunista europeo, prácticamente todas las transiciones a la democracia se han hecho mediante negociaciones y procesos electorales. Los resultados han sido desiguales, pero lo que ha salido de esos cambios ha sido infinitamente mejor que lo que había. Cuba no se merece la ineficaz y cruel dictadura dinástica que ha sufrido por 54 años.
Supongamos que mañana un miembro histórico de la cúpula del gobierno de los Castro te propone reunirse, ¿aceptarías?
Por supuesto, aunque he abandonado las actividades políticas para dedicar la tercera edad a redactar unos cuantos libros que me apetece escribir "antes que anochezca", como tituló Arenas sus memorias. Cuando abandoné la presidencia de la Unión Liberal Cubana y la vicepresidencia de la Internacional Liberal, es decir, cuando dejé las actividades políticas, en la ULC eligieron al Dr. Antonio Guedes para que me reemplazara, una persona honorable y muy competente. La lucha sigue. Te digo más: cuando desapareció la URSS y parecía muy improbable que Cuba persistiera en el error, tuve una reunión en Madrid con un viceministro. ¿Lo mandaron a que conversara conmigo? ¿Lo hizo motu proprio? No lo sé, pero él estaba más convencido que yo de que no había forma de sujetar al régimen. Evidentemente, los dos estábamos equivocados.
Si esta hipotética reunión debiera realizarse en La Habana, ¿aceptarías viajar a Cuba?
Si fuera una reunión libre y sin condiciones lo aceptaría, pero carecería de sentido. En Cuba hay docenas de opositores valiosos con los que el Gobierno debería hablar, si en efecto tuviera una actitud realista y quisiera cambios. ¿Para qué va a conversar con un escritor exiliado si en la Isla hay muchas personas y organizaciones representativas de la oposición democrática? Además, dado el aumento de la represión, por ahora parece obvio que el régimen quiere perpetuarse sin hacer concesiones.
La brutal golpiza a la actriz Ana Luisa Rubio es una muestra del contumaz estalinismo del régimen. Otra es el probable asesinato impune de Oswaldo Payá y de su colaborador Harold Cepero. Los cambios que trata de introducir el raulismo no son de carácter político. Raúl solo quiere que su Gobierno se mantenga en el terreno material con las prácticas del capitalismo. Como dicen los españoles, "quiere la misa con sexo, sangre y violencia". Eso es imposible.
>>Si esta hipotética reunión debiera realizarse en La Habana, ¿aceptarías viajar a Cuba? Si fuera una reunión libre y sin condiciones lo aceptaría
Una de las condiciones inadmisibles es que el gobierno cubano obliga a los nacidos en Cuba a visitar el país con pasaporte cubano (y eso, que yo sepa, no ha cambiado con las ¨reformas¨ del Sr. Raúl Castro).
Una ciudadanía otorga la protección del país del cual se es ciudadano. Uno tiene que renunciar implícitamente a esa protección para viajar a Cuba. ¿Sería seguro para Montaner hacerlo? Incidentes como la muerte de Payá, llena de interrogantes, hacen dudarlo.
Julian, si eres nacido en USA tambien tienes que usar el pasaporte americano para entrar a Estados Unidos. (http://travel.state.gov/travel/cis_pa_tw/cis/cis_1753.html)
Hay una diferencia. Un ciudadano de USA necesita en efecto, su pasaporte para entrar en Estados Unidos por ley federal. Pero se puede renunciar a la ciudadanía estadounidense incluso si eres nacido en el país. Y si has renunciado y entras al país como turista lo harías con el pasaporte del país del que eres ciudadano, puesto que ya no puedes tener pasaporte norteamericano.
¿Qué pasa con Cuba? Cuba no permite que renuncies a la ciudadanía cubana. Si naciste en Cuba la tienes para siempre. Así que no hay opción.
Cuento un caso. El padre de mi primera esposa y su hermana, de padres valencianos, nacieron en Cuba de casualidad, pues sus padres estaban allí. Siendo muy pequeños ambos regresaron a España. El vino luego a Cuba a montar un negocio, ella nunca regresó. Cuando ella, ya anciana, quiso visitar a su hermano, le exigían que sacara pasaporte cubano porque había nacido en Cuba. Le dio miedo y no hizo la visita.
Italo Calvino nació en Santiago de las Vegas pero las autoridades cubanas al parecer no lo sabían y cuando Calvino fue a Cuba de turista y quiso visitar el lugar donde había nacido se llevaron la sorpresa (o la simularon). De haberlo sabido oficialmente, habrían tenido que pedir a Calvino que sacara pasaporte cubano y quizás Calvino habría optado por no ir. Quizás en este caso sí lo sabían y optaron por hacerse los desentendidos.
Me gusta el rigor. Estuve Googleando lo de Calvino, que conocía solamente de oídas, pues un amigo me lo había contado. No fue de turista, fue de jurado de un premio Casa de las Americas. No encontré confirmación de que las autoridades se sorprendieran cuando Calvino mencionó su lugar de nacimiento. Ni pude comprobar si tuvo que sacar pasaporte cubano. Así que gran parte de la historia puede ser una leyenda. Sólo es comprobable que nació en Santiago de las Vegas, que fue de jurado y que visitó su lugar de nacimiento.
Pero lo de Calvino era solamente una anécdota curiosa. No invalida mi punto.
¿Creen ustedes que una dictadura que no se proclame anti estadounidense pueda sobrevivir en américa latina?: no creo Estados unidos la acepte.
La libertad de opinión es acertada por las leyes de Estados Unidos; pero hay algunos que temen opinar en libertad, quizás no conozcan el águila o le teman a sus garras. Viva estados unidos de américa; pero viva de a corazón. Bórrame. Yo lo sé.
Para tomar la decisión de borrarte o no, estimado “joseluis”, habría primero que entender lo que dices, algo que lo pones muy difícil con tu castellano patojo. Por lo pronto creo que hay que tomar tus comentarios como un adorno pintoresco.
Creo que hay ciertas cosas que hay que decir y que estas aun cuando todos los cubanos las conocemos,los de enfrente solo las reconocen a sotto voce y los de este lado del Estrecho a veces olvidamos:LA Dictadura cubana no es no siquiera estalinista ya que Stalin al menos tenia un metodo.Esta,la cubana,son solo una banda de Mafiosos apoderados del buenos para nada a quienes sovieticos y alemanes tuvieron que desde disenarle el modelo represivo,hasta el ‘economico’.Y mantenerlos ademas hasta que ellos mismos se arruinaron.Acto seguido,la mafia castrista trato de continues colgada de la brocha pero esta vez la brocha china,a lo cual los susodichos que tampoco estan alejados del crimen de estado organizado,se opusieron.Las relaciones intermafias nunca han sido muy constructivas que digamos y la castrista solo tiene ruinas,hambre y cercania a USA,para negociar de modo que hay que entender a los chinos, señores.Quien queda a quien poder esquilmar?Siempre hay algun tonto util o algun aprendiz de Dictador,algun mafioso de Estado en potencia….a potenciar si es que este cuenta con los recursos que tan desesperadamente necesita la Famiglia Castro
para los que huir del pais ya no es una opcion viable en este mundo tan cambiante de hoy.Uno puede terminar en La Haya sin ser holandes o en algun Tribunal por ahi….o como Ghadafi o Saddam en el peor de los casos.Y entonces aparece en el radar castrista Venezuela y ya conocemos el resto de historia.De lo que se trata es de eso exactamente,de la imposibilidad de establecer ni dialogos,ni pactos ni tratos con Mafiosos y ya no por sus pasadas acciones sino porque su naturaleza intrinseca no cambia.No se puede convertir a Pol Pot en la Madre Teresa de Calcuta
solo porque esos sean nuestras mas sanas aspiraciones en la busqueda de la Paz,la Fraternidad,etc,etc.De manera que el no dialogo con Castro o sus representantes,no es una manifestacion de inflexibilidad,sino de autoproteccion.La misma que nos lleva a la no negociacion con terroristas…..que ademas,los Castros, siempre llenos de desagradables sorpresas,tambien tienen ese ‘valor’ anadido.
>>sovieticos y alemanes tuvieron que desde disenarle el modelo represivo
No todo. La dictadura cubana hizo su ¨aporte¨ al modelo represivo: los CDR, copiados luego por Chávez en Venezuela.
Señor:
Por años he seguido sus escritos y sus intervenciones en la CNN en español. También acepto que es usted un extraordinario profesional de los medios que conoce muy bien la técnica periodística y literaria. Eso no lo pongo en duda.
En cambio, en la entrevista publicada por Diario de Cuba, sus propuestas e insinuaciones de cómo los cubanos debemos aceptar ese cambio complaciente en una Cuba que solo cambiará de pintalabios y no de estructura para una nueva patria que descanse en la democracia y la libertad genuinas, es sencillamente asombroso para mis oídos.
No sé si el entrevistador, Loret de Mola –que para nada considero un profesional viviendo de donde viene y teniendo una fuerte relación familiar con un connotado castrista–, le hizo a usted un favor o una jugada tenedor de ajedrez, pero lo cierto es que cuando usted nos invita indirectamente a aceptar ese acercamiento con la Cuba del Raulismo porque sencillamente otros lugares que han pactado con sus verdugos les ha ido mejor , pues entonces mi querido Montaner, tengo que retirar mi admiración anterior a su trayectoria.
Yo soy uno de los millones de cubanos que fuimos expulsados de nuestra patria por sencillamente pensar diferente a esa bota castrista que nos pisoteaba la dignidad día con día. Soy uno más en esa larga lista que tuvimos que irnos al destierro porque me niego a llamarme exiliado. Usted como escritor sabe mejor que nadie que un exiliado no es lo mismo que un desterrado.
Mi vida, como la de esos millones de cubanos que desde el triunfo mismo de la Revolucion se han visto obligados a abandonar el suelo donde nuestras madres nos parieron, ha sido un calvario lleno de angustias y de dolor que, por mucho que intenten, no puedo olvidar ni mucho menos tornarlo en un sentimiento de perdón hacia mis verdugo que son los mismos verdugos de tantas generaciones desde que en 1959 Fidel Castro se hizo por del poder absoluto de la finca.
Yo soy, quizás, un desadaptado como entre líneas se sugiere en su entrevista. Pero fui a la escuela y aprendí de la bravía de nuestros mambises. La historia de la libertad de Cuba comenzó por hombres de decoro y principios que NO MENDIGABAN la libertad sino que la exigieron por derecho divino y masónico si se quiere, a punta de machete, plomo y Decoro. Y a nadie se le ocurre llamarlos terroristas, creo que usted mucho menos, pero a los que seguimos su ejemplo, no solo eso sino que nos tildan de la peor manera.
Por alguna razón, en este mundo de hoy y producto de una extraña conspiración, a cientos de miles de los cubanos desterrados se nos ha impedido de preparar una gesta que, como las que nos enseño el Titán de Bronce, Antonio Maceo, se conquiste con el filo del machete. Se nos culpa y encausa por ser terroristas si es que nos atrevemos a prepararnos para esa vía. Y yo pregunto, acaso no es un derecho conquistar la libertad y eliminar de raíz al verdugo de nuestro pueblo? ¿O es que el Síndrome de Estocolmo , ese en el que la víctima llega a amar a su verdugo , es lo que realmente debemos aceptar si es que queremos algún día respirar el aire de La Habana o ver de cerca el verdor de las palmas que extraño día a día , minuto a minuto?
Señor Montaner, usted es de esos cubanos que ha tenido suerte en la vida. Escribe libros, recibe buenos salarios gracias a su talento e inteligencia, tiene dos nacionalidades con las cuales se le abren puertas, sabe del deleite que es ser figura pública y cómo es importante eso para calar en la opinión publica. ¿No cree que es muy fácil pedir el perdón y aceptar la reconciliación con un gobierno que ha sometido a cientos de miles y a millones de cubanos a una situación diametralmente opuesta a la suya?
Desde 1959, la diáspora cubana ha pasado por momentos difíciles. Yo soy de esa tropa de miserables que tanto la oficialidad de Cuba como sus agoreros del exilio han tenido a bien tildarnos de inadaptados, terroristas, intransigentes, retrógrados etc etc. Soy de esa tropa de trasnochados que decidieron abandonar el exilio de Miami para irme con mi compañera Lupe, una indígena mexicana de la Tribu Yaqui, a luchar contra el comunismo que Cuba castrista inoculó en Centroamérica. Lo hice a conciencia, por gusto, porque teníamos la esperanza de que si vencíamos en aquellas tierras, mi isla bonita seria nuestro próximo destino. Y así lo creímos hasta que una vez más fuimos víctimas de la traición, tal y como hizo el presidente Kennedy con todos nuestros compatriotas. ¿Y cuál fue mi costo?. Sencillo, ni Cuba libre , ni un exilio en Estados Unidos porque este último país me considera un terrorista por haber sido contrainsurgente en Centroamérica, condenándome a vivir en la clandestinidad en medio de la selva de Costa Rica.
Yo soy un campesino de Pinar del Río. No fui ni burgués, ni Lumpens, ni dirigente que traicionó después de vivir tan condenadamente bien, ni soy tampoco un expropiado de la Revolución, como siempre se le ha hecho creer a la opinión pública mundial que somos todos los de mi calaña. Soy simplemente un cubano que también quiere lo mejor para su pueblo, pero algo mejor, con autenticidad y sin complicidades, donde el pueblo, mi pueblo, su pueblo, tenga genuinos derechos tal y como lo tienen los países de los cuales usted es ciudadano, España y EE UU, desde donde usted, cómodamente y con la tranquilidad que le otorga una buena suma bancaria, nos propone este tipo de negociación emocional, digámoslo así.
Me considero, y creo que millones de cubanos más, un heredero del legado Mambí iniciado por Céspedes y tantos otros patriotas. Acepto que los tiempos ya no son los mismos pero la misma historia es testigo de que , o se es libre o se es esclavo y en Cuba pactar con el gobierno como usted indirectamente– y entre líneas — sugiere, a base de migajas para poder regresar o quizás montar un periodiquito o una editorial literaria como las que usted dirige, es sencillamente inaceptable para mí. Y creo que por añadidura para millones de cubanos que tenemos todo el derecho de no abandonar el dolor con que vivimos. El dolor de haber sido desterrados de nuestra patria no es curable para un corazón indomable y ávido de libertad, como el que late en mi pecho maltrecho por las heridas de las balas que estuvieron al servicio de la expansión comunista y castrista por centroamerica.
Muchas gracias por la invitación de su entrevista pero, al menos yo… NO pacto
Miercoles!a este señor C Jaime Cabrera definitivamente es un patriota de pura raiz de Palma Real pinareña , no tiene sangre de
“sanjonero” ni nada por el estilo ,con una docena mas de estos cubanos que conteste de esta manera a los Castros y a la blandengueria del exilio se rompe el “corojo” en menos de lo que canta el gallo ,lastima que made USA no le haga la “pala” a patriotas como este señor que tiene todo mi respeto.