Por qué se va a la guerra
por Carlos Alberto Montaner
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(El Nuevo Herald) Hay dos gravísimas falsedades de muy difícil desarraigo instaladas en la consciencia de las gentes. Veamos la primera.
¿Por qué van a la guerra los poderosos? La explicación más frecuente es que lo hacen para apoderarse de los recursos ajenos.
En realidad, eso casi nunca es cierto. Para que lo fuera, sería necesario que las naciones estuvieran gobernadas por élites o jefes decididos a mejorar la calidad de vida de la colectividad por medio de acciones sangrientas y costosas desatadas contra otros pueblos.
Tal vez eso fue cierto cuando el bicho humano vivía en cuevas y cazaba en pequeños grupos, pero no cuando la especie evolucionó, desarrolló la agricultura y creó las bases de las sociedades modernas.
Es absurdo pensar que Estados Unidos fue a pelear a Irak para quedarse con el petróleo. La Guerra de Irak ya les ha costado a los contribuyentes norteamericanos 784 000 millones de dólares. Si le sumamos el conflicto afgano excede de un billón de dólares (trillón en inglés).
Esa cifra es más alta que el costo de la Guerra de Corea a precios actuales. Comprarle y revender la energía a Irak, que es lo que hacen las empresas petroleras, es un buen negocio para todos. Arrebatársela a tiros es incosteable.
Intervenir en Siria para saquearla sería, además de un crimen, una soberana estupidez. Siria exporta menos de 150 000 barriles diarios de petróleo y su per cápita anual es de apenas $3 400 dólares. Es una sociedad muy pobre, torpemente manejada.
Es ridículo pensar que la motivación de Washington o París es robarle sus pocas pertenencias a ese polvoriento rincón del Medio Oriente. Sería como matar a un pordiosero ciego para despojarlo de los lápices que vende.
Si Estados Unidos quisiera apoderarse de un país petrolero muy rico tiene en su frontera norte a Canadá, pero tamaña barbaridad no se le ocurre a nadie en sus cabales.
La segunda falsedad es que las guerras sirven para dinamizar las economías. A veces hasta los premios Nobel la suscriben. Paul Krugman, por ejemplo. Lo que indica que nadie está exento de decir bobadas, por mucha fama que se tenga. Afortunadamente, otros premios Nobel opinan lo contrario. Joseph Stiglitz, por ejemplo.
Quien tiene razón es Stiglitz. Las guerras, además de aniquilar a miles de personas, destruyen bienes materiales, pulverizan las infraestructuras, provocan inflación, inhiben la formación de capital y asignan perversamente los recursos disponibles.
Es posible que los fabricantes y mercaderes de armas se enriquezcan, pero eso sucede al costo de empobrecer al 99% del tejido productivo del país. Con lo que cuesta fabricar un portaviones hay recursos disponibles para poner en marcha cinco mil empresas generadoras de riquezas y creadoras de empleos.
Es absurdo pensar que el reclutamiento de soldados es una forma razonable de contribuir al pleno empleo. Lo ideal no es tener una sociedad con millones de personas uniformadas que no producen bienes ni servicios apreciables, sino disponer de un denso y diversificado aparato empresarial con millones de trabajadores productivos. Suiza se ha convertido en el país más rico del mundo evitando las guerras, no participando en ellas.
John Maynard Keynes creyó que la Segunda Guerra mundial había contribuido a ponerle fin a la depresión provocada por el crack del 29, pero su confusión probablemente se debió a que no tenía la información adecuada.
Cuando Estados Unidos entró en ese conflicto, habían pasado 12 años del inicio de la crisis y se estaba en franca recuperación. Pensar que la guerra ayudó a fortalecer la economía americana es como suponer que el terremoto que devastó a San Francisco en 1906, o el Huracán Katrina del 2005 que anegó New Orleans y mató 1831 personas, sirvieron para revitalizar el cuadro económico general del país.
Y, si las guerras son tan malas, y si, en realidad, casi nadie se beneficia, ¿por qué los gobernantes recurren a ellas? La respuesta hay que encontrarla en la compleja psiquis humana.
Van a la guerra por oscuras razones enmascaradas tras elocuentes discursos morales y patrióticos, por el poder y la gloria, por el placer de mandar, por ensoñaciones ideológicas, por arbitrarias construcciones teóricas que casi siempre salen mal, por vengar agravios, por supersticiones religiosas, políticas o étnicas. A veces, pocas, por la libertad, en busca de derechos o para defenderse de una agresión. Es la extraña naturaleza humana.
Señor Montaner, la historia enseña que detrás de los pretextos cantaleteados en las guerras, se esconden siempre intereses económicos. En el caso de Siria, hay dos motivos económicos fundamentales: a) Irán creo su propia bolsa petrolera independiente de la de Nueva York y Londres y cometió el pecado de vender en ella su petroleo en cualquier moneda a más del dolar y esto es inaceptable para los EE.UU., por lo que se decidió acabar con Irán, previo a lo cual hay que acabar con sus aliados Líbano y Siria. b) Irán, Iraq y Siria, acordaron construir el oleoducto de más capacidad que existiría, el cual transcurriría por sus territorios y entregaría gas y petroleo en el Mediterráneo, lo cual afecta los intereses de Turquia, Qatar y Arabia Saudita. Espero que este lo publique. Gregorio Rodríguez.
Alemania y Francia acordaron con Sadan Hussein, que vendiese el petroleo que le permitían para alimentos en Euros, lo cual fue inaceptable para los EE.UU., y por eso la invadieron. La dispuesta a atacar hoy día Francia, no apoyo en esa ocasión por el motivo indicado, quería junto a Alemania poder agilizar su imprenta e imprimir muchos Euros en plan EE.UU. pero no los dejaron.Gregorio Rodriguez,
Se debe entender, cuando los Presidentes Bush y Obama dicen misión cumplida, que lo que están diciendo es que tienen garantizado que el petroleo Iraqui solo se venderá en una moneda el dolar estadounidense. Gregorio Rodriguez
Está bien que nos muestre la sartén, pero hablemos también del mango.
Es obvio que las guerras son ruinosas para la generalidad, pero -si no se pierde a lo bestia como les pasó en WWII a Alemania y Japón- siempre se enriquecen algunos. Si esos algunos financian a los que gobiernan -o si incluso están entre los que gobiernan-, ya tenemos como refutar la primera tesis. La única pre-condición es que haya corrupción en el gobierno, o sea, que éste sirva más a determinados intereses que a la generalidad. ¿Y cuándo no ha sido así?
Entonces, los gobiernos de las democracias actuales sí pueden esperar beneficios económicos de una guerra. No para todo el país, pero sí para determinadas empresas. En Irak las firmas petroleras norteamericanas esperaban sacar concesiones como lógica gratitud del nuevo gobierno local, pero los impredecibles árabes se salieron con un concurso: 80% del pastel se lo llevaron una empresa china y otra francesa que ofrecieron los mejores porcentajes para Irak. Otras cuatro empresas se repartieron el resto, entre ellas una americana que consiguió un pocito en algún rincón del Kurdistán, si mal no recuerdo. Los gringos que se han forrado en Irak son dos. Primero los suministradores de pertrechos petroleros, una empresa americana que tiene un monopolio mundial y vende desde válvulitas hasta tubos de pipeline a todo aquel que saca petroleo con algo más que un cubo y una soga en este planeta. Y segundo, las dos empresas de seguridad más grandes y efectivas del planeta, que protegen con sus mercenarios a todo el que puede pagar en Irak. Me atrevería a decir que estos ganadores de la guerra no convencieron a Bush de atacar a Saddam, pero estoy seguro de que los perdedores del concurso sí tuvieron que ver. No fue eso lo único que motivó a la administración republicana, desde luego, también está que Hussein (el árabe) quiso cargarse a Bush Sr. en un atentado en Kuwait, que Bush Jr. podía completar lo que su padre no quiso, y finalmente algo que Bush pretendía en Irak y que Hussein (el hawaiiano) también pretende en el caso sirio: hacer felices a los socios sauditas.
Por cierto, para saber por qué los franceses estaban tan ansiosos por actuar en Siria antes de que los americanos se aflojasen hasta nuevo aviso, un ejercicio:
– Casi la mitad del petróleo de Irak la sacan los franceses.
– El petróleo se embarca en Basra y tiene que atravesar el Mar Pérsico con los antipáticos iraníes mirando, circunvalar Arabia con los antipáticos piratas somalíes y los antipáticos salafistas yemenitas mirando, y luego pasar por el canal de Suez con los antipáticos militares egipcios mirando.
– Una pipeline hacia el Mar Mediterráneo a través del desierto sirio es un jamón al lado de la alternativa turca, con sus montañas de Anatolia llenas de antipáticos kurdos mirando.
– Los rusos estropearon el plan pipelínico hacia el Mar Negro para el petróleo de Azerbaidján. Esos mismos rusos tiene a la EU agarrada por las pelotas con su casi monopólico suministro energético mediante las dos pipelines rusas: la vieja ucraniana y la nueva submarina por el Báltico.
En fin, caballeros, hay que entender a Hollande y a Cameron, y también a Putin.
Las guerras SI persiguen objetivos económicos. A menos que sean fanáticos todos los bandos.
Su escrito en los dos últimos párrafos, sobre todo en la frase “La respuesta hay que encontrarla en la compleja psiquis humana”. me hicieron recordar en la Biblia a Santiago 2.1 “De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? no es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros cuerpos?”
Distinguido, coincido con usted, si las guerras se crearan para despojar a las naciones de sus recursos, cual fue la razon de pelear en Mogadishu, Bosnia, Haiti, Corea o hasta en Vietnam, todos estos pueblos estaban en la mas miserable situacion, ademas en la mayoria de los casos una vez terminada la Guerra y normalizado el pais, las tropas regrezan a casa. La segunda es que no dudo que los de la industria militar y los petroleros esten a favor de un conflicto en Siria para aumentar sus rentas, pero esto es problema muy serio para solo favorecer a un pequeno grupo y como bien dijo empobrecer al 99%.
Sin embargo hay un punto en el cual la elite politica tiene un gran insentivo para ir a una Guerra, como bien dijo ya Iraq y Afgahistan exceden el trillon(ingles) de dollars, de donde salio ese dinero si este pais esta en numerous rojos? La venta de esa deuda genera demasiado dinero, no hay que consultar a los votantes para aprobar esa subida en los impuestos disfrazdos de deuda o inflacion.
¿POR QUÉ SE VA A LA GUERRA…?
* Pues porque desde que el hombre es hombre, -llámesele “Homo Sapiens”, o Adán-, SIEMPRE ha imperado LA LEY DEL MÁS FUERTE o DEL MÁS VIVO.
* O sea, que el pez grande SIEMPRE se come al más pequeño.
* Dicho de otra manera, la ley natural de la cadena alimenticia se cumple a cabalidad con la especie humana dado que SIEMPRE sobrevive el más fuerte; y el más pequeño sólo sirve para propósitos SIMBIÓTICOS que favorezcan al primero.
EJEMPLO:
Salario vitalicio de un ex-presidente de EEUU…… $450,000
Salario vitalicio de un ex-senador de EEUU……….$174,000
Salario vitalicio de un ex-vocero de la Casa Blanca $223,500
Salario vitalicio de un ex-líder de la min/may……$194,400
Salario promedio de un soldado de EEUU en Afganistán $38,000
Ingreso promedio de adulto mayor en el Seguro Social $12,000
Y esto no es nada para las ganancias OBSCENAS amasadas por los gerentes y dueños de las grandes corporaciones transnacionales que YA acapararon las reservas energéticas y alimentarias del planteta -que por cierto les vale un cacahuate conceptos como Libertad, Justicia, Democracia, Libre Mercado y toda la sarta de las demás pendejadas, falacias o utopías que los medios le meten en la cabeza a los “peces pequeños”.
¿ALGUNA DUDA?
Parado encima de la tumba de Marx Federico Engels dijo que Carlitos era el mayor pensador de su tiempo porque había descubierto la ¨sencilla verdad¨ de que el hombre necesita comer, beber y vestirse antes hacer política, ciencia, arte o religión. (En el caso de Marx estas necesidades materiales estaban satisfechas, puesto que Engels lo mantenía, así que podía dedicarse a la filosofía sin preocupaciones)
Marx era un gran desconocedor de la naturaleza humana. Y Engels otro. Porque la verdad no es tan sencilla. Dale Carnegie, en su célebre libro ¨Como ganar amigos e influir sobre las personas¨ demostró una sabiduría mucho mayor que la de Carlitos cuando sostuvo que el impulso más profundo del ser humano es ¨el deseo de ser importante¨. Por ese deseo el ser humano es capaz de sacrificar todo lo demás.
La priorización de la economía que hizo el marxismo y que sigue asomando su oreja peluda por todas partes se deriva de poner el ser social por delante de la conciencia. Sí, el dinero mueve pero solamente porque la posesión del mismo es un camino para ¨ser importante¨. El dinero, más que un fin, es un medio.
Cuando el deseo de ser importante es ¨bueno¨, el ser humano se sacrifica por un ideal, algo que considera superior a si mismo. Por algo así, por ejemplo, hace unos 250 años un grupo de personas decidieron ¨empeñar sus vidas, sus fortunas y su sagrado honor¨. Puede decirse que dentro de los idealistas que hacen ese tipo de cosas existe ese deseo de ¨ser importantes¨ porque son seres humanos, pero es muy preferible esa forma de canalizarlo que entrar en un cine o en una escuela y matar a un montón de personas, acto también motivado por el supremo deseo de importancia.
Otro pensador, que a diferencia de Carlitos y Federico, sí fue grande entre los grandes, dijo ¨no solo de pan vive el hombre¨.
Y no solo por pan se va a la guerra.
Ah, y en el caso particular de Siria en el que el gobierno lleva 2 años matando gente por centenares de miles, en el que no está demostrado que no fueran los rebeldes los que usaron las armas químicas para forzar una intervención y en el que los enemigos de USA se están matando entre sí (Hezbollah apoya al gobierno sirio y Al Qaeda es fuerte entre los rebeldes) la razón principal para un ataque que no le conviene a Estados Unidos y al que la mayor parte de la población de USA se opone es que hay un presidente tan inepto como fatuo en la Casa Blanca.
El mismo presidente que cuando era senador de Illinois se oponía a la intervención en Irak porque aunque Sadam era un tipo malo que masacraba a su propia gente y el pueblo de Irak estaría mejor sin él, la intervención era contraria a los intereses de Estados Unidos. Sus propias palabras.