18 July 2020 ~ 22 Comentarios

Un nuevo partido liberal en Argentina

Por Carlos Alberto Montaner

Libertad y progreso  (L & P) es una fundación dedicada a la educación en economía de los argentinos. La tarea es muy difícil, no por lo que ignoran, sino por lo que creen saber tras casi ochenta años de peronismo, hoy transformado en un falso keynesianismo. La dirige mi amigo el economista Agustín Etchebarne. Ahora están decididos a crear un partido político y tratar de revertir el angustioso declive que vive la nación desde hace muchas décadas.

Lo primero que vale la pena advertir es que es más fácil predicar que dar trigo. Mientras L & P se quedaba en el ámbito de la pedagogía y la divulgación era bien recibida por casi todos. Cuando amplió su radio de acción descubrió los insultos y esa hiriente verdad firmemente establecida: “cuando uno entra en política descubre que le ha echado su honor a los perros”.

Sin embargo, había que intentarlo. Al fin y al cabo, la importancia de Argentina remite siempre a las ideas liberales de Juan Bautista Alberdi (que son, puestas al día, las de L & P) proclamadas en el libro Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina con que se refundó el país moderno a partir de la Constitución de 1853. En pocas décadas se colocó en la cabeza del planeta junto a Estados Unidos, Canadá e Inglaterra.

Argentina tuvo una de las economías más prósperas del mundo a principios del siglo XX. Tal vez era la sexta o séptima. El país es enorme. El mayor de la América española. Con dos millones setecientos mil kilómetros cuadrado de tierra pródiga y todos los climas, a lo que se agrega petróleo, gas, y grandes reservas de minerales,  podría hospedar cómodamente en su territorio a Portugal, España, Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Alemania, Austria e Italia. Eso, que en tiempos de la Guerra Fría, se llamaba Europa occidental.

Crear hoy un partido político gobernado por las ideas liberales nada tiene que ver con lo que fue esa tarea en el siglo XIX. Para Alberdi “gobernar era poblar”. Y era eliminar el peso muerto de  la Iglesia sobre las decisiones del Estado. Y era descentralizar las funciones públicas. Y era reducir las dimensiones del gobierno. Cuando se hablaba de rediseñar el Estado se pensaba en la arquitectura del gobierno que estaría a su servicio.

De alguna manera era un debate abstracto sobre ideas. Hoy existe un instrumento sin el cual no es posible crear un partido político: las encuestas. Con las encuestas se demuestra que las personas tienen problemas concretos.

Hay que preguntarles a las gentes cuáles son los tres problemas principales de la sociedad. ¿Es la vivienda? ¿El costo de la vida? ¿La inflación? ¿La falta de trabajo? ¿La inseguridad? ¿La corrupción? ¿La falta de justicia? Nos sorprenderán las respuestas.

Los liberales tienen (tenemos) la tendencia a intelectualizar los debates. Sabemos que la libertad debe estar a la cabeza de nuestros valores, pero el conjunto de la sociedad piensa en los problemas que padece y rechaza lo que (equivocadamente) se le antoja como un elegante parloteo.

Me parece muy bien que L & P quiera llegar al poder, pero recuerdo claramente el caso de Singapur, un islote infecto y fracasado que había sido expulsado de Malasia a principios de los sesenta, cuando los Castro iniciaron su revolución.

Hoy la ciudad-estado es el tercer país en renta per cápita del mundo y uno de los más desarrollados. Lee Kuan Yew (1923-2015), el padre del milagro singapurense, un liberal práctico en lo económico, como los dirigentes de L & P, fundador del Partido Acción Popular, comenzó por averiguar cuál era el principal problema del país: era la vivienda, según la mayoría de la sociedad.

Comenzó a solucionarlo y a comunicar que lo había resuelto. Si para Alberdi “gobernar es poblar”, para Singapur “gobernar es comunicar”. No había más secreto que desatar las fuerzas de la libertad y creatividad individuales, dejando que operasen los impulsos formidables del desarrollo espontáneo, mientras se copiaba la arquitectura política de los británicos y los logros de los japoneses en el terreno industrial.

En la época de las redes sociales, como Facebook Twitter, los liberales argentinos deben llegar al poder y enfocarse en resolver el principal problema de la nación, al tiempo que lo comunican furiosamente para que la sociedad les otorgue en las urnas más tiempo hasta lograr que el país recupere el puesto que tenía a principios del siglo XX.

Es verdad que el Partido de Acción Popular de Singapur, en el poder desde 1965, no es un modelo democrático, pero los singapurenses, como los argentinos, como todas las sociedades desesperadas, están más interesados en resultados que en abstracciones.

22 Responses to “Un nuevo partido liberal en Argentina”

  1. José Tomás ESTEVES 19 July 2020 at 7:54 am Permalink

    Excelente como siempre acostumbra nuestro amigo y gran comunicador Carlos Alberto Montaner.

  2. Víctor López 19 July 2020 at 9:21 am Permalink

    “Hay que preguntarles a las gentes cuáles son los tres problemas principales de la sociedad. ¿Es la vivienda? ¿El costo de la vida? ¿La inflación? ¿La falta de trabajo? ¿La inseguridad? ¿La corrupción? ¿La falta de justicia?”

    Esos son problemas de paices occidentales, los problemaa de la masa peronista argentina son otros, como la fiaca, el masoque, la joda, el cabeza…

    • Víctor López 19 July 2020 at 11:14 am Permalink

      *países

      Qué horror. Discúlpeme maestro.

  3. Julian Perez 19 July 2020 at 10:15 am Permalink

    Lo voy a poner aquí aunque no tiene nada que ver con el tema porque los otros hilos están muy llenos de posts y, como la Habana “no aguantan mas”. Aunque mi inmunidad a la coronahisteria tiene algunos adeptos por aquí, mi antimascarismo creo que no tiene ninguno. Disfruté de este artículo, así que pongo el link “pa’joder” 🙂

    https://www.americanthinker.com/articles/2020/07/epidemic_mask_theatre_past_and_present.html

    Como decía el curro:

    -Si me muero en Madrid, que me entierren en Sevilla. Y si me muero en Sevilla, que me entierren en Madrid.
    -¿Y eso para qué, curro?
    -Pa joder.

    • Víctor López 19 July 2020 at 11:01 am Permalink

      Tanto que me vaciló con el tema a principios de año, y parece que tiene una compulsión con ese inicuo virus.

      Me imagino las cagadas de risa de Ramiro, cuando tiene que preparar las planillas de pagos. Saludos.

      • Julian Perez 19 July 2020 at 11:18 am Permalink

        ¡Qué remedio! Tengo que ponerme la mascarita de las narices cada vez que entro a Publix. Es compulsión mantenida por decreto. Cuando dejen de joder con su ¨nueva normalidad¨, desmayo el tema. Para mi vida cotidiana es más molesto que BLM, pues no ha habido incidentes por mi barrio.

        Y lo que dice el artículo es rigurosamente cierto: entro al McDonald con la máscara y pido y pago con ella, luego me siento a una mesita, me la quito y como. Es ridículo.

        • razón vs instinto 19 July 2020 at 11:24 am Permalink

          Tal vez solamente se esté poniendo medio viejo un tanto terco amigo Julián. jajaja. No es tan dramático usar mascarillas.
          Las uso todos los días del año toda la mañana desde hace décadas en quirófano y le puedo decir que no es difícil utilizarlas.

        • Víctor López 19 July 2020 at 11:26 am Permalink

          Si le gusta el riesgo cómprese una Ducati y dispárela a 120.

          • Julian Perez 19 July 2020 at 11:32 am Permalink

            No es que me guste el riesgo, es que no creo que haya ningun riesgo serio por no usar la máscara o no guardar la distancia de seis pies (cifra absolutamente arbitraria) o no dar la mano.

            Para mí ésas sí que son supersticiones 🙂 Como la de esperar tres horas para bañarse después de comer para que no ¨se corte la digestión¨ o que la mezcla de plátano con leche envenena.

          • Víctor López 19 July 2020 at 11:39 am Permalink

            Aténgase al santo y no le rece…

          • Julian Perez 19 July 2020 at 12:21 pm Permalink

            Lo siento, pero no creo ni en las mascaritas ni en el calentamiento global ni en las cifras de la CDC 🙂 Tengo derecho a no creer en algo, ¿no?

          • Víctor López 19 July 2020 at 1:40 pm Permalink

            Para mi desgracia “no creo ni en mi mismo” pero sé evaluar los riezgo. Un coronavirus puede seguramente superarse, pero también que deje daños o secuelas que afecten la cantidad y calidad de vida. Creo que es una conducta intuitiva, hasta de base genética, algunos tiran una o varias líneas defensivas, otros ninguna. En mi caso jamás menos de dos. Saludos.

    • razón vs instinto 19 July 2020 at 11:17 am Permalink

      Amigo Julián, si bien no está absolutamente demostrado la utilidad de la mascarilla, su uso junto al distanciamiento social es la política sanitaria más inocua para la economía y probablemente reduzca a un mínimo las consecuencias sanitarias del coronavirus. Rediciendola un poco será suficiente como para que todos se olviden de una vez de este virus de mierda.
      Además, como médico le puedo decir que es muy simple llegar a la conclusión de que seguramente sirve. La transmisión del virus es fundamentalmente aérea y la mascarilla definitivamente reduce la dispersión del virus.
      Desde que se inició el brote, lo único que deberían haber hecho los gobiernos era imponer mascarillas y distanciamiento social. Punto.
      Lamentablemente los media se impusieron y ellos a los políticos y el resultado es el que todos conocemos.

      • Julian Perez 19 July 2020 at 11:27 am Permalink

        Amigo Ramiro

        Como ya dije, sé que estoy solo en mi fobia mascaril 🙂

        >>La transmisión del virus es fundamentalmente aérea y la mascarilla definitivamente reduce la dispersión del virus.

        He visto que se la ponen hasta a niños en cochecitos. ¿No crees que se está exagerando? Menos mal que aquí en Florida al menos se puede andar por la calle sin ella (aunque no faltan quienes se la ponen hasta para montar en bicicleta)

        Cuando iba a las zafras muchos usaban un pedazo de mosquitero sobre el sombrero para protegerse de los mosquitos. Sí, funcionaba más o menos, pero se colaban los jejenes.

        • Víctor López 19 July 2020 at 11:30 am Permalink

          “Sí, funcionaba más o menos, pero se colaban los jejenes”

          …qué metáfora!

        • razón vs instinto 19 July 2020 at 11:34 am Permalink

          Hay que usarla y racionalmente. En los centros comerciales, los trenes, Subtes, etc. Al aire libre se podría obviar. Con los niños hoy también ya resulta inservible su uso toda vez que se sabe que no se enferman y no contagian.
          Pero si se redujera la mortalidad actual promedio menor de 250 por millón de habitantes a menos de 100 ¿Quién le daría pelotas al coronavirus? Nadie. Y se termina el problema.
          Es más pragmatismo que otra cosa pero que serviría para terminar con la parálisis económica.
          Nada menos que eso.

  4. razón vs instinto 19 July 2020 at 11:11 am Permalink

    Si la mayoría de los argentinos creyeran en el libre mercado, el capitalismo y la economía abierta como la mejor opción en política económica, seríamos un país riquísimo.
    Los partidos políticos con líderes liberales ganarían una elección tras otra y la confianza y las políticas pro empresariales prevalecerian. El crecimiento sostenido sería una realidad.
    Lamentablemente, sucede exactamente lo opuesto, la mayoría de los argentinos privilegian las opciones ideológicas de izquierda, dirigistas, distribucionistas, voluntaristas, desarrollistas y nacionalistas.
    Por eso los partidos políticos con líderes que proponen estas políticas gobiernan una y otra y otra vez.
    Obviamente, así nos va.
    Así que la cuestión es ¿Cómo hacerles entender a los ciudadanos y los dirigentes que no es una opción para Argentina el voluntarismo y dirigismo económico?
    Como evidentemente no depende de una decisión racional sino pasional (si dependiera de la razón hace décadas se hubiera producido ya un cambio dados los catastróficos resultados obtenidos), deberá producirse un hecho lo suficientemente dramático como para que las pasiones de los argentinos den un cambio brusco de rumbo.
    Una catástrofe.
    A pesar de la lamentable situación, al menos hay lugar para una buena noticia y es que esa catástrofe que ya está en marcha tal vez provoque una reacción en las pasiones de los argentinos después de producida ¿Cambiarán? No creo pero es al menos un motivo de esperanza.
    Los venezolanos, por ejemplo, es de esperar que después de la experiencia bolivariana, si algún día vuelven a una “normalidad democrática”, rechazarán a cualquier candidato que muestre el menor atisbo de socialismo.
    Si así no sucediera, pues demostraría que el poder de los instintos y las pasiones es mucho mayor al que cualquiera supondría.
    Si en Argentina la catástrofe que se avecina no se lleva puesta a la Democracia instalándose una dictadura cívico militar como en Venezuela y persistiera la posibilidad de elegir, es de esperar un monumental cambio ideológico.
    Veremos…. porque si la ideología predominante no cambia, no hay chances.
    https://razonvsinstinto.blogspot.com/2014/08/instinto-y-cultura-nuestros-verdaderos.html

  5. Víctor López 19 July 2020 at 11:17 am Permalink

    “Si la mayoría de los argentinos creyeran en el libre mercado, el capitalismo y la economía abierta como la mejor opción en política económica, seríamos un país riquísimo.”

    …y si mi abuelo cara ladrillos yo tendría un castillo. (Dicho popular)

    • razón vs instinto 19 July 2020 at 11:21 am Permalink

      Sí, soy tan escéptico como vos López.
      Pero siempre hay una posibilidad.
      Si así no fuera los irlandeses seguirían siendo tan pobres como antes. Lo mismo para los singapurenses o los chinos o los surcoreanos o los mismos españoles de hace no tantas décadas atrás.
      O más cerca, Chile.

      • Víctor López 19 July 2020 at 12:58 pm Permalink

        No, Ramiro. Lo nuestro es irreversible porque falló el patrón. El inmigrante que construyó Buenos Aires y prosperó, se volvió a Europa. Nosotros heredamos al cincuenta por ciento que se quedó, al fracasado, al que tiene las mismas taras de los que empiezan a destacarse en el partido demócrata americano. De ese cincuenta de fracasados que se quedaron, otro cincuenta perdimos la raza, nos mestizamos,fue por causa de las mismas condiciones que nos llevaron al fracaso. La fiaca no se ve, pero es una patología inhabilitante, no hay voluntad para nada, no es posible trabajar ni mantener una familia. No hay vuelta de hoja, los últimos cuatro o cinco millones sanos que allí quedan no pueden arrastrar a cuarenta millones de incapacitados. Un saludo.

  6. Manuel 19 July 2020 at 12:18 pm Permalink

    Principles don’t break.

    They’re universal. Gravity is a principle. Whether it’s you who falls from a skyscraper, your cat, or a 17th century vase, it’s not gonna end well. Gravity makes no exceptions.
    In order to deal with principles, we have rules. “Don’t jump off skyscrapers” is a rule and a good one at that. Unlike principles, however, rules break all the time. Often, it’s us doing the breaking — and often prematurely.
    Eventually, however, even the best rules expire. It’s part of their design. Once they no longer serve their function, they’re meant to be broken. “Don’t go faster than 30 miles per hour” is a rule. It’s useful on a poorly built road, but once that road becomes a highway, it must be updated.
    That’s the second reason my list was premature: In the ten years since I wrote them down, I have broken every single one of my rules. And yet, I’m still glad I wrote that list. You know why? Because the idea that I wanted to live by some rules — despite not knowing which ones or how or why — was enough.
    It didn’t matter that the list was arbitrary. What mattered was that it sent me on a path where I would look for rules and principles everywhere, learn to tell the difference, and continue to build my life around them as I went.
    Today, what I’m most interested in is neither principles nor rules, but what lives in-between. That’s one of the many lessons I learned along the way: Each rule may have a lifecycle, but that cycle can repeat many times in one life. So if a rule somehow keeps reappearing, keeps proving itself as useful, and continues to hurt if I break it, that rule catches my attention.
    Such rules have extended validity and therefore live right between normal guidelines and the base layer of principles. I guess we could call them ‘cardinal rules.’ As you can imagine, they’re hard to come by.
    Luckily, I found some.

    The 7 Cardinal Rules of Life:

    In 1995, Studio Ghibli, a Japanese anime company, released a movie called Whisper of the Heart. It’s about two high school students struggling with their artistic callings, their feelings for each other, and coming of age.
    About a decade ago, someone extracted seven rules from the film and released them online. The original source remains lost, but they’ve been making the rounds ever since.
    Like my own rules, they’re all quite simple, but much closer to timeless principles. So whoever you are, wherever you sit: Thank you.

    Thank you for giving us…The 7 Cardinal Rules of Life.

    1. Make peace with your past so it won’t mess with your present.
    Bill Gates says the worst day in his life was the day his mother died. It’s a simple reminder that we all have regrets.
    We all keep past versions of ourselves in a closet somewhere, and every time we open it, we feel pain and suffering. We can’t change the people we once were, but we can make peace with them. Open the closet and let in some light. Reconcile. Otherwise, our past will forever be a drag on our heels.
    Life is but a series of fleeting moments, one forever chasing the next. The only place where you can live, act, and make a difference is the present. Today.

    2. Time heals everything, so give it time.
    Sometimes, you can’t find the power to move on immediately. Sometimes, you really want to kick yourself. That too is part of life. What you can do is allow time to pass.
    I know you want to just fix everything and move on, but if you stitch a wound poorly, it’ll get worse down the road. So take time. Take care of yourself. Your health. Your broken heart and broken parts.
    Sometimes, even what heals leaves a scar. Those will be with us forever. The least we can do is let them mend properly.

    3. What others think of you is none of your business.
    Most of our scars come from wounds inflicted by other people. Words can hurt us more than weapons. But it’s not your job to imagine what arrows people might point at you inside their heads. The majority will never fire.

    4. Don’t compare your life to others, and don’t judge them.
    Instead of taking shots at others, most people decide to draw up — and lose at — another imagined game: Who’s better? It’s a moot question. We have no idea what anyone’s story is like up to the page on which we meet them.
    Mark Twain said, “Comparison is the death of joy.” Worse, it’s also the birth of misery. The less you compare, the bigger your capacity for empathy. Meet people on their own terms. You won’t doubt yourself as much and be less prone to jealousy, which only leads to fear, anger, hate, and suffering.

    5. Stop thinking so much, it’s alright not to know the answers.
    If you’re not supposed to think about others, nor what they think, what are you supposed to mull over? What you think of yourself? Actually, it’s fine to not think so much at all. Answers often come to you when you least expect it.
    Make your choices. Choose a path. Be determined. Commit. But, once you have, let the chips fall where they may. You’ll know when to take a different fork in the road.

    6. No one is in charge of your happiness, except you.
    At the end of the day, what you desire most in life only you can give to yourself. You already have everything. Right inside. Feel your heart. Point at your chest. There. That’s where happiness is.
    We spend all this time looking for something we can’t see because it’s not there. The outside world is only as good as what you do with everything that happens in it. Are you cultivating your experiences? Cherishing them?
    If not, it’s not fuel or oxygen that’s missing. Only you can relight that fire because it rests deep inside. Choose to kindle that flame. Protect it. Hold up its light. And let it shine for everyone to see.

    7. Smile, for you don’t own all the problems in the world.
    Dwayne “The Rock” Johnson has over 160 million fans. He gets a lot of letters. But none like Haley Harbottle’s.
    Haley has Moebius syndrome. She’s 22. She has never smiled in her life. Haley was supposed to have “smile surgery,” but her anaesthetist made a mistake and she almost died. Soon, she’ll try it again, hoping to smile for the first time.
    There is someone on this planet literally dying to smile. Yet here we are, you and I, walking around, often choosing not to extend this simple, near-automatic gesture to uplift our fellow human beings.
    Whatever problems plague you in your day-to-day life, chances are, they’re not all that important in the grand scheme of things. We each have our own challenges, but as long as you can smile, do it. Who knows who you’ll infect.

    The True Purpose of Rules & Principles:

    Here’s one more thing I’ve learned about rules and principles: Many rules can follow from one principle, but you can never act on principle alone.
    “Friendship should be based on loyalty” is a principle you can aspire to live by, but without the rule of “I never abandon my friends at the last minute,” it doesn’t mean anything.
    When I was 18, I thought I could rein in the chaos of the world with a few well-chosen guidelines. I was wrong, but I took a step in the right direction: We can never control the world, but in learning to control ourselves, we can get better at dealing with this fact. Structure isn’t something we can project on the outside, but if we cultivate it internally, we’ll be ready to make a change when we need to.
    That’s what all this rule-setting and principle-discovering taught me: Learning how to live is an ongoing process. There will always be rules to be updated, principles to be understood better, new ideas to be added to old truths.
    We decide who we are in this world not once but with every action we take, every principle we value, and every rule we choose to follow. That is their true purpose: to serve us in our everlasting quest to become.

    I don’t know how long the rules from the movie will last for you on this never-ending mission, but, like one of its characters, I’d like to remind you:

    “You’re wonderful. There’s no need to rush. Please take your time.”

  7. Víctor López 19 July 2020 at 1:29 pm Permalink

    “La señal de desprecio de sectores internos de su fuerza política está clara cuando quienes lo critican son gente como la procesada por corrupción, Hebe de Bonafini, o Víctor Hugo Morales. Que esa clase de personas sea la que le pone límites habla de la decadencia conceptual en la que están sumidos. Que el Presidente, por otro lado, les dé explicaciones puntuales y salga a hablar bien de la dictadura de Maduro para contentarlos da vergüenza ajena.”

    Es una minucia nada más, de la espantosa descomposición del tegido social. El presidente es completamente incapaz y kristina presenta patologías mentales, por eso inspiran confianza a la gran masa argentina. Yo provengo del peronismo, Ramiro, del alcohol y la locura. Cuando lo entendí (alrededor de los 24 años) di gracias de que fuera por locos y no por bajo CI. Así al menos tenía una esperanza, y Fortuna pudo protegerme. Sino no habría podido acopiar ni procesar información, y sería peronista. Un saludo.


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